“Hemos adquirido conocimiento sin precedentes sobre el mundo físico, biológico, psicológico, sociológico. La ciencia ha hecho reinar, cada vez más, a los métodos de verificación empírico y lógico. Mitos y tinieblas parecen ser rechazados. Y, sin embargo, el error, la ignorancia, la ceguera, progresan, por todas partes, al mismo tiempo que nuestros conocimientos.”
Edgar Morín
Los sueños estratégicos muchas veces se convierten en pesadillas cuando las organizaciones se distraen en costosas reestructuraciones. Es mucho más eficaz elegir un diseño de funciones razonablemente bien y luego, desarrollar un sistema estratégico para ajustar la estructura a la estrategia. Esta lógica debe ser observada tanto por el Estado como por la empresa privada.
La ventaja de hoy se deriva menos de la gestión de activos físicos y financieros, y más de cuán bien las organizaciones alinean sus activos intangibles: tales como trabajadores del conocimiento, ID y TI con la demanda de sus inversores.
Las oportunidades y los desafíos producidos por la globalización, están forzando a las organizaciones y a los gobiernos, a revisar muchos supuestos acerca del control y la gestión tanto de sus activos físicos como de sus activos intangibles.
Si el Estado y nuestras empresas públicas y privadas no repiensan sus actuaciones, no tendremos alivio de nuestras actuales calamidades: creciente turbulencia que produce nuevas tensiones; más desconexión y conflictos internos, gente que trabaja más en vez de trabajar mejor; y problemas cada vez más insolubles que escapan a la capacidad de cualquier individuo u organización.
En Venezuela es urgente que los líderes, empezando por el Presidente de la república, se comprometan, en conjunto, a buscar consensos para desarrollar un mapa consensual comprensivo que sirva de guía para mejorar relaciones, con menos juegos de azar y más confianza y apertura. Darle más oportunidad al talento y al entusiasmo natural de nuestra gente. Propiciar la evolución de un destino que permita alcanzar mayor éxito para todos
La literatura corriente sobre administración, está llena de consejos y sugerencias, pero carecen de una manera de organizar eficientemente los diversos conceptos. La mayor parte de las iniciativas de cambios fracasan. En 1990, Arthur D Little y McKensey & Co., en una investigación encontraron que cerca de dos tercios de centenares de programas de gerencia de calidad total, estudiados fracasaron. En reingeniería el índice de fracaso es del 70%. Las organizaciones que no sostienen un cambio significativo acaban viéndose en crisis; pero para entonces, es tarde.
La fuente de los problemas está en nuestra manera más fundamental de pensar. Si estas no cambian, cualquier nuevo aporte acabará produciendo los mismos tipos de resultados. En la naturaleza, todo crecimiento proviene de la interacción entre procesos impulsores y procesos limitantes.
Los líderes se deben concentrar, sobre todo, en entender los procesos limitantes capaces de retardar o detener el cambio. Los líderes siempre piden a sus subalternos compromisos con el cambio, siempre que no los afecte a ellos. Otro hábito común es atacar a los síntomas, sin hacer caso de las causas sistémicas de los problemas.
Un compromiso compartido para cambiar, se desarrolla sólo con la capacidad colectiva y aspiraciones conjuntas.
Las personas empiezan a discutir los temas “que no se discuten”, sólo cuando desarrollan la reflexión y destrezas de investigación que les permiten hablar abiertamente de cuestiones complejas, conflictivas, sin ponerse a la defensiva, empiezan a ver interdependencia y causas más profundas de los problemas y a entenderse con ellas, sólo cuando desarrollan las destrezas del pensamiento sistémico.
Si las capacidades básicas del aprendizaje son deficientes, eso constituye una restricción fundamental para el cambio sostenido. La creación de capacidades de aprendizaje, debe ser parte de la estrategia del cambio.
Desarrollar capacidades de aprendizaje en el contexto de grupo de trabajo y metas reales de logro, puede conducir a poderosos procesos de impulsar el crecimiento sostenido. El aprendizaje más importante ocurre en el contexto de nuestro diario quehacer, las aspiraciones que perseguimos, los retos que se nos presentan y las respuestas que producimos.
La única ventaja competitiva que tendrán las organizaciones del futuro, es la capacidad de sus directivos para aprender más rápidamente que sus competidores.
En el siglo XXI, la capacidad intelectual y la imaginación, la invención y la organización de nuevas tecnologías serán los ingredientes estratégicos clave.
El empresario de este siglo, no necesita ser el propietario del capital. En cambio se concentra en los cerebros humanos apropiados y posee el conocimiento necesario para reunirlos.
Con las tecnologías modernas de la comunicación, también es evidente que no es necesario concentrar en masa esa capacidad intelectual. Las economías de escala eran fundamentales para la eficiencia del capitalismo industrial, pero no hay economía de escala de las cuales se puedan extraer suficientes fondos para emplear una cantidad de capital intelectual en un sitio. Las pequeñas células de capacidad intelectual se pueden vincular electrónicamente, sin que nadie se adueñe de ellas. La comunicación entre los activos ha llegado a ser más importante, que la concentración de los activos.
El capital humano difiere del capital físico en tres aspectos importantes: 1. El capital humano no se puede poseer como una propiedad. 2. Las inversiones en capital humano, a menudo, requiere un plazo de tiempo mucho más largo que el permitido por el capitalismo. 3. Las inversiones en conocimiento que se tienen que hacer generar basadas en la capacidad intelectual, se deben realizar en un contexto social completamente ajeno a la orientación individualista del capitalismo.
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