¡Parece ser usted el jefe! ¿O es usted el jefe? Cuando analizamos las características, los comportamientos y actitudes de quienes tienen la responsabilidad de dirigir personas, de gestionar equipos; obtenemos el resultado de que son jefes, quienes se sienten jefes, quienes asumen el compromiso de conseguir unos objetivos beneficiosos para la empresa y para sus colaboradores.
La sociedad de la imagen, en la que vivimos inmersos, puede distorsionar la realidad de quien manda en una organización, de tal manera, que la apariencia de ser el jefe puede generar un beneficio a quienes estando en puestos de dirección, no ejercen como verdaderos jefes, y sí actúan como verdaderos actores.
La acomodación a un puesto directivo utilizando todo tipo de artimañas para asegurar la continuidad en dicho puesto, y su correspondiente buen sueldo, es el objetivo y el beneficio, de quienes quisieran que el mundo empresarial no girara, ni cambiara de temperatura, ni sufriera movimientos sísmicos en los mercados.
Afortunadamente, la vida continua, y cambia continuamente, ofreciendo oportunidades de mejora empresarial, de retos organizativos, de rendimientos colectivos. Cambios a tal velocidad que no da tiempo para utilizar otra máscara y actuar en la siguiente escena.
Están quedando fuera de escena, muchos directivos que se autoproclaman jefes, avalados por la placa identificativa de su despacho, y no por la valoración y aceptación de sus colaboradores, que lo identifican como el responsable del mal clima laboral, de la desmotivación generaliza en la empresa, del elevado índice de absentismo, y finalmente de los negativos resultados económicos.
¿Para quién es rentable “aparentar ser el jefe”? Es fácil la respuesta: para quien lo aparenta ser. Y, ¿a quién perjudica tal apariencia? A la empresa en su conjunto, a todos los actores que participan en la generación y optimización de la productividad de una organización.
Si usted considera que actúa bajo el criterio de la apariencia de “ser el jefe”, reflexione sobre los grandes y graves perjuicios que pueden estar causando a la empresa en la que ostenta el cargo de director, gerente… También es muy importante que reflexione sobre su trayectoria profesional, su desarrollo personal y profesional, en los últimos meses.
Puede contar con el asesoramiento de un coach empresarial, que le ayude a mirarse y a escucharse asimismo, observando su proceder profesional desde otra perspectiva, alejado de la vorágine, del mundo laboral, y empresarial. El coach o asesor personal, le ayudará a disminuir sus miedos profesionales; a dejar de aparentar; a ser valiente y mejorar su rendimiento profesional bajo el prisma del concepto transparencia.
Aprenderá a dirigir con inteligencia emocional, gestionando sus emociones y las de sus colaboradores; fomentando las actitudes y comportamientos productivos y saludables, para la organización, y para los trabajadores.
Puede usted contar con la colaboración, y el apoyo de uno o varios colaboradores; a ser posible personas sinceras y honestas; las que normalmente no forman parte de la escenificación que usted mismo a creado, haciendo un reparto de actores injusto, que no responde a la realidad organizacional. Quizás obtenga una importante orientación de ese colaborador que no destaca, que usted catalogó de “problemático, e incluso marginó, por ser un empleado crítico.
Así, el primer paso que debe dar, para sentirse “jefe”, es querer reaprender a dirigir, dejando de ser actor “de ficción”, y actuando con la intencionalidad de servir a sus empleados, optimizando el rendimiento de la empresa, y mejorando la calidad de vida laboral.
Una vez esté integrado en el club de los jefes auténticos, los que son reconocidos por todos los clientes: internos y externos, de la empresa; debe decidir si quiere ser un jefe normal, un buen jefe, o un excelente jefe; todo va a depender del grado de compromiso de usted, con los objetivos de la empresa y de los empleados.
Si ha decidido convertirse en un jefe excelente tiene que trabajar con inteligencia práctica, transformando los conceptos de excelencia profesional y empresarial, en acciones tangibles en el día a día de la dirección de sus equipos y de la gestión de la empresa. Cada acción de mejora del rendimiento organizacional, incrementará la cultura de la excelencia laboral, de la innovación organizativa, de una cultura de prevención de problemas interpersonales en la empresa.
Hay profesionales, que por sus actitudes, y aptitudes naturales podemos considerarlos auténticos jefes, pero incluso para estos jefes especiales es muy beneficioso estar rodeado de un equipo excelente, que retroalimente continuamente su comportamiento y acciones.
El equipo que colabore directamente con el jefe, nos servirá para poder evaluar su nivel profesional de compromiso gerencial, de gestor de equipos; pero no olvidemos que también nos va a servir este análisis para diagnosticar si el jefe con intencionalidad de mejora en la vertiente empresarial y humana, se encuentra con un equipo mediocre de colaboradores.
En estos casos, el directivo debe obtener apoyo externo de profesionales que le ayuden a iniciar un proceso continuo de mejora corporativa. Este proceso nace con la transparencia de quien quiere ser un jefe excelente, comunicando a cada colaborador el proceso de mejora que ha iniciado en la empresa, proponiéndole que participe y colabore en este cambio que redundará en la optimización de los resultados organizacionales y empresariales.
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