Este artículo reflexiona sobre el rol que desempeña la universidad como agente de desarrollo local, con capacidades para participar en el diseño e implementación de experiencias de desarrollo, ejerciendo una actitud proactiva sobre su entorno.
Actualmente, a nivel global el cumplimiento del proceso de formación del hombre frente al progreso está siendo cuestionado, en ello tiene que ver un entorno social diverso, dinámico y antagónico, visualizado bajo una concepción fracturada de la realidad nacional reflejada especialmente en desigualdad de sectores oprimidos reclamando sus espacios con una mayoría de individuos que, dentro de las relaciones sociales han sido excluidos.
La preocupación sobre el rol desempeñado por la universidad como agente de desarrollo local requiere dejar planteada, aunque sea en forma aproximativa, la perspectiva desde la cual se considera al desarrollo local y la importancia que adquiere la participación de la universidad como uno de los actores estratégicos de este proceso.
La premisa en la que se basan las diversas concepciones existentes sobre el desarrollo local señala que el desarrollo potencial de una determinada región, localidad o territorio depende en gran medida de la movilización del conjunto de recursos económicos, humanos, institucionales y culturales presentes en el ámbito local. (Boisier, 2002; Vázquez, 2000; Rozas, 1996; Coraggio, 1996; Barreiro, 2000; Madoery, 2002)
Para que la articulación de recursos locales produzca más que la suma de las partes y genere un movimiento sinérgico, el desafío de los actores locales es poder interpretarlo, movilizando y articulando los recursos en forma coherente con los objetivos de desarrollo de la localidad o de la región. Desde esta perspectiva, la gestión del conocimiento en beneficio del territorio representa un objetivo estratégico para el desarrollo de las dimensiones económico-productivas, sociales, culturales e institucionales de una localidad.
La mirada que considera a la universidad como actor local estratégico, replantea el análisis sobre la pertinencia de sus procesos académicos y sus resultados y la cuestión de la articulación con el entorno social en el cual está inserta. La pertinencia aparece asociada a la capacidad de esta institución para dar respuesta a los cambiantes requerimientos de una civilización en transformación. La calidad de las instituciones universitarias deriva cada vez en mayor medida de su utilidad social (Rodríguez y Villeneuve, 2000; Gibbons, 1998).
Las universidades deben insertarse en el medio con una función social específica y dar cuenta de ella. Esta nueva mirada sobre las instituciones universitarias plantea la necesidad de adaptar la relación entre la universidad y la sociedad, reformulando la visión institucional de manera tal de incorporar explícitamente al contexto local. La pertinencia de la función social de la universidad implica asumir en forma más explícita y dinámica el papel que pueden desempeñar estas instituciones en el desarrollo regional y nacional. El retorno a la sociedad de las instituciones universitarias conlleva a asumir un rol más destacado y activo frente a la comunidad, colaborando en la definición de sus principales prioridades de desarrollo. (Neave, 1998)
Todo esto, debe ser objeto de reflexión de las universidades ya que para generar desde la intelectualidad, la construcción de un estado de igualdad, de equilibrio, la razón constituye un recurso universalmente valioso para la construcción de una sociedad tolerante, siendo la fuente estatutaria y universal que permite la autocrítica, y a la vez fundamentar éstas a los alcances de la razón misma, en cuanto al progreso en condiciones sociales de equidad y de bienestar para todos.
En este sentido, esta función debe gestarse desde el interior de la universidad, para conectarse con las necesidades del entorno, actuar sobre ellas y de esta manera, trascender hacia las comunidades como beneficiarios finales del servicio educativo, a nivel superior. Avanzar en espacios de articulación coadyuvaría a ganar sinergia en las acciones y a mejorar la capacidad de respuesta de la institución a partir de una mejor definición de las estrategias. Además de la necesidad de articulación se manifiestan otros aspectos vinculados al desempeño de la universidad en su rol de promotora de procesos de desarrollo local, que se tendrían que tener en cuenta para mejorar su posicionamiento como recurso local.
Mejorar el rol de la universidad en el fortalecimiento de los actores locales y su desempeño como actor de interconexión entre la sociedad civil y el gobierno local supone la adopción de un análisis crítico en el conjunto de actores involucrados por medio de la cual se revisen las capacidades de intervención de la universidad en los procesos de desarrollo local.
Las señales dadas por los actores apuntan a cuestionar las capacidades institucionales relativas a la organización de los recursos, la relación horizontal entre las estructuras organizacionales, las formas y contenidos de la comunicación, la compatibilización de los tiempos propios de la institución con los tiempos de los actores externos, la búsqueda de consenso y la sostenibilidad de las acciones.
La experiencia que ha adquirido la universidad en su vinculación con proyectos de desarrollo local genera que muchos de los actores involucrados reconozcan que, para seguir avanzando, la institución tiene que enfrentar el conflicto. La comunicación es uno de los puntos clave en el vínculo con el entorno. Se reconoce tanto hacia el interior de la institución, como por parte de los actores del entorno que la universidad tiene cosas para decir respecto de su medio pero que muchas veces no sabe cómo comunicarlas, cómo acercar los resultados del trabajo académico a los actores locales, usuarios potenciales de la información.
(*) Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Autónoma de Sinaloa, Mèxico.
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Referencias:
Barreiro Cavestany F. (2000). “Desarrollo desde el territorio. A propósito del desarrollo local”. En REDEL http://www.redel.cl/documentos, consultada en mayo de 2002.
Boisier S. (2002). “¿Y si el desarrollo fuese una emergencia sistémica?” Ponencia presentada en el encuentro Universidad y desarrollo local: aprendizajes y desafíos en un contexto de crisis. Universidad Nacional de General Sarmiento, Instituto del Conurbano. Mayo de 2003.
Coraggio J. L. (1996). “La agenda del desarrollo local”. Ponencia presentada en el Seminario sobre “Desarrollo local, democracia y ciudadanía”, Centro de participación popular, Montevideo, Uruguay.
Gibbons M. (1998). “Pertinencia de la educación superior en el siglo XXI” Banco Mundial. Serie Education The World Bank. Informe para la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior de la UNESCO. París, 5-9 de octubre.
Madoery O. (2002). “La formación de agentes de desarrollo local: ¿cómo contribuir desde la universidad a la gestión territorial?” VI Congreso Internacional del CLAD. En: http://www.clad.arg.ve/anales6/madoery.html, consultada en marzo de 2003.
Neave G. (1998). “Debate temático: autonomía, responsabilidad social y libertad académica” UNESCO, Conferencia Mundial sobre la Educación Superior, París, 5-9 de octubre.
Rodriguez y Villeneuve R. (2000). “Universitas et Civitas. Universidad y desarrollo local” Encuentro: El papel de las universidades en la activación de procesos de desarrollo territorial realizado por la Asociación Eurexcter, Oviedo, Agosto.
Rozas G. (1996). “Pobreza y desarrollo local”, Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales, Excerpta Nº 7.
Vázquez Barquero A. (2000). “La política de desarrollo económico local”, en CEPAL: Desarrollo económico local y descentralización fiscal.