Emparejarse responde a la necesidad se sentirse amado y reconocido, por ello es importante elegir bien con quién se decide hacerlo. Para que un vínculo sea sano es necesario que la relación con uno mismo sea buena; hay que partir de la propia autoestima del conocerse a sí mismo, de la conciencia de quién se es.
Amar y no aferrarse
En una relación hay que considerarse libre y responsable porque de lo contrario pudieran establecerse dependencias insanas debido a las carencias afectivas.
Si no nos amamos es difícil aceptar que otro lo haga.
Si no nos mostramos como somos y no nos comunicamos, la otra persona no podrá saber quienes somos.
Si no nos reconocemos con dignidad y respeto, difícilmente pediremos ser tratados como merecemos.
Si no conocemos nuestros límites, potencialidades y ritmos, viviremos desdibujados, invadiendo el espacio del otro y permitiendo invasiones en nuestro espacio íntimo y personal.
¿Cuándo es más fácil caer en una relación de dependencia insana?
Las personas con baja autoestima son más propensas a caer en una relación de dependencia insana, pues no son completamente conscientes de quiénes son, lo que desean, piensan y sienten. Tienden a establecer comparaciones en las que siempre se califican de manera negativa; no se aceptan y se valoran poco.
Reconocer que se tiene un bajo nivel de autoestima es dar un gran paso. Si se suman más de tres de los siguientes síntomas puede que así sea.
Bajo nivel de seguridad personal. La seguridad no se mide, pero se sabe. No es segura la persona ‘echada para adelante’, sino la que reconoce sus debilidades, no se las niega y las acepta.
Alto nivel de miedo ante el desarrollo personal de la individualidad.
Temor a manifestarse tal cual se es. Tal vez en demasiadas ocasiones se le han reprochado rasgos de la personalidad y se opta por silenciarlos.
Baja tolerancia a la frustración, así como escasas expectativas personales y, por ende, baja asunción de riesgos. Se trata de evitar el dolor de errar, y el miedo es un sentimiento que paraliza y amordaza.
Interiorización rígida de valores, desde donde se detona rápidamente el sentimiento de culpa.
Sistema de pensamiento rígido, perfeccionista y controlador. La máscara que se crea está firmemente fijada, y se trabaja para que no se mueva.
Baja autonomía personal, lo que conduce a imitar modelos de referencia, en especial de la madre o del padre (por emulación o en contraposición) y a creer en mitos de lo que supone o debe ser una pareja.
Mitos de una relación
No Somos Media Naranja: Somos unidades enteras que tienen que ser responsables de su propia felicidad.
No hay que ser todo de la otra persona: Este mito indica reminiscencias del vínculo materno-filial. Cortar el cordón umbilical es llegar a ser autónomo y, por tanto, libre.
El verdadero amor no es fundirse con la otra persona: la fusión con la pareja es importante pero para alcanzarla es necesario saberse único y un ser independiente.
Juntos para todo nunca: La pareja ha de comunicarse y compartir pero ello sólo puede hacerse cuando cada uno tiene su propio espacio.
Haz feliz a tu pareja y tu pareja te hará feliz a ti: cuando cada quien tiene la felicidad es posible compartirla.
Hay que ser incondicional con el otro. Un error: Las personas deben corregir a sus parejas y no ser condescendientes porque puede caerse en la indiferencia.
Hay que ser adivino del otro: Nadie puede saber con certeza lo que piensa o cree la pareja. Intentar adivinar puede traer incomunicación.
Los problemas de pareja no se comentan: El silencio no beneficia. Si es necesario hay que buscar ayuda.
Fuente: Revista Consumer Erosky.