América Valenzuela (elmundo.es)
Los niños de menor nivel social obtuvieron peores resultados en los test de inteligencia
Captar imágenes del desarrollo del cerebro de un niño desde que nace hasta los 18 años. Éste es uno de los muchos y grandes proyectos a largo plazo de los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses. Los primeros resultados señalan, que los ingresos de la familia influyen en la inteligencia de los niños y el comportamiento social.
Las conclusiones, que coinciden con las de otras investigaciones anteriores menos ambiciosas, las publica la revista ‘Journal of the International Neuropsychological Society’ y el rango de edad de los niños estudiados es de seis a 18 años.
La recogida de imágenes de los cerebros de los niños se hace mediante resonancia magnética (RM). La idea es conseguir ‘fotografías’ que muestren cómo crece el cerebro y se reoorganiza a lo largo de la infancia, para tratar de averiguar el significado de estos cambios estructurales.
El estudio proporcionará a los investigadores puntos de referencia que indiquen cómo se desarrolla un cerebro normal, «así podremos comprender mejor, lo que va mal en niños que tienen anomalías cerebrales producidas por enfermedades genéticas, exposición prenatal al alcohol o drogas», explica Deborah Waber, directora del equipo investigador, de la Universidad de Harvard.
Asimismo, los científicos esperan encontrar información que les ayude a entender enfermedades que comienzan en la niñez, como; el trastorno obsesivo-compulsivo, la epilepsia, el autismo o el retraso mental.
Cambios rápidos en el cerebro de los menores de seis años. Los especialistas tomarán imágenes de los 546 niños que participan en el proyecto durante algunos meses e incluso años, según la edad. Los infantes menores de seis años, se evaluarán con mayor frecuencia, porque los científicos creen que a esa edad se producen cambios importantes y rápidos. El cerebro de los mayores de seis años (385 participantes), será ‘fotografiado’ tres veces en un periodo máximo de cuatro años.
El estudio recién publicado tiene que ver con esta última población. Los infantes realizaron pruebas para evaluar diferentes habilidades como el control motor, las aptitudes sociales, la inteligencia, la destreza a la hora de explicar conceptos verbales o resolver puzzles.
Los niños de un nivel social más bajo tuvieron peores resultados en los test de inteligencia y presentaron más problemas de comportamiento en comparación con los de medio y alto nivel socioeconómico. En las demás evaluaciones de funciones
cognitivas básicas no presentaron diferencias, como en memoria o fluidez verbal.
En cuanto a las diferencias por sexos, no se observaron diferencias significativas en la fluidez verbal y la habilidad para calcular.
A pesar de los ingresos bajos y con independencia del sexo, los niños mejoraron rápidamente en las tareas entre los seis y 10 años. De hecho, las capacidades motoras y cognitivas, sufrieron un gran desarrollo entre los 11 y 12 años y luego frenaron su progreso durante la adolescencia.
Todas estas conclusiones coinciden con estudios anteriores, que sugieren que las habilidades se aprenden en la infancia y durante la pubertad se produce la integración de los conocimientos adquiridos.
«No sabemos las razones por las que el rendimiento de algunos individuos se ralentiza durante la adolescencia, otros mejoran y otros no», señala la doctora Waber. «También es posible, que nuestros test estándar no midan los cambios reales en la adolescencia. A medida que sigamos a los niños a lo largo del tiempo, entenderemos mejor lo que está pasando».
Futura base de datos. Poco a poco, los datos conformarán una base que «los clínicos podrán consultar para conocer si una anormalidad que hayan detectado a través de RM, está dentro de lo benigno o es motivo de preocupación», indica Elías A. Zerhouni, director de los NIH. «Un científico que esté estudiando un tóxico ambiental o un defecto genético que afecte al cerebro, también puede recurrir a la base de datos para determinar dónde y cuándo comienza a separarse del camino normal».
El proyecto comenzó en 1999. Los niños que participan son de distintas razas y provienen de diversas zonas geográficas y socieconómicas. El Instituto Neurológico de Montreal de la Universidad de Quebec está construyendo la base de datos.
Están implicados diversos institutos, como el NINDS (dedicado al estudio de los accidentes cerebrovasculares), el NICHD (sobre salud infantil y desarrollo), el NIDA (ahonda en el estudio del abuso de drogas) y el NIMH (sobre salud mental). Por su parte, el NIH Blueprint for Neuroscience Research acaba de conseguir financiación para tomar imágenes con escáner por tensión de difusión (DTI). Con esta técnica conseguirán imágenes de zonas que no se ven con la RM clásica, como la materia blanca.
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