Fausto Masó. En tiempos de la República Civil criticaban que los ministros anduviesen con guardaespaldas, los que lo hacían a menudo estaban escupiendo hacia arriba porque se volvieron funcionarios públicos chavistas que andan con montones de guardaespaldas, a los que vemos en los restaurantes, a la entrada de los colegios, en las oficinas públicas. Los enchufados disfrutan de los privilegios de la riqueza y del poder; los guardaespaldas y las camionetas último modelo sirven de símbolos de status, califican a sus dueños de personajes de peso. En este socialismo algunos venezolanos son más iguales que otros, los privilegios no han desaparecido. Estos millonarios cuya fortuna surgió por arte de magia quieren exhibir su dinero, les gusta presumir su riqueza. ¿Para qué se roba dinero sino para exhibirlo de alguna forma?
Los guardaespaldas de los enchufados visten de cuello y corbata, el oficio les exige una compostura, llevan una vida bien aburrida, porque les toca esperar a sus jefes, o sus jefas, y mientras sus empleadores comen en restaurantes caros ellos se alimentan con un simple perro caliente, les consuela manejar vehículos cuyo valor sobrepasa el millar de millones de bolívares. Estos personajes rara vez demostrarán su destreza con la armas, o con los puños, porque su verdadera misión es servirles a sus patronos de símbolos de su riqueza y de paso disuadir a cualquier agresor; les pagan para no correr la suerte de los pendejos del país. Los atracadores, o los secuestradores, prefieren escoger víctimas entre los que andan desguarnecidos por la ciudad, muchachos de buena familia que salen los viernes en la noche a divertirse y cuyos vehículos del año y su pinta anuncian que sus padres pagarán un buen rescate.
Los guardaespaldas en Venezuela se han multiplicado por 10, y el que no anda con ellos es un don nadie, o prefiere, lo que parece más inteligente, no llamar la atención, trasladarse en un carro viejo, vestir sin ostentación, pasar por debajo de la mesa, para evitar un secuestro o un atraco… Amén de que no basta con andar con un solo guardaespaldas, se necesitan 3 ó 4, y que estén presentes todo el día, y acompañen a las mujeres a las tiendas, a los hombres a su trabajo, a los niños a la escuela. El oficio de guardaespaldas es el gran aporte del socialismo del siglo XXI a la lucha contra el desempleo, porque los buenos guardaespaldas cuestan dinero, necesitan entrenamiento, algunos han aprendido su oficio hasta en Israel. No todo el mundo puede pagar tantos guardaespaldas que garanticen la seguridad en Venezuela. Los millonarios de verdad y los enchufados se mueven por la ciudad con un pequeño ejército.
El socialismo ha democratizado la práctica de los guardaespaldas, cualquier funcionario medio anda protegido por la calle, igual que los generales disfrutan de andar acompañados por varios motorizados que le abran el camino por el tráfico urbano. Como ocurría en otras partes ha surgido una nueva clase la que no admite para desplazarse ningún vehículo que no sea camionetotas BMW, las más caras del mercado.
El discurso socialista e igualitario pierde credibilidad a toda velocidad por culpa de la inflación y por las diferencias sociales que en vez de desaparecer se acentúan. Mientras vivía Chávez esa ostentación de poder y riqueza se disimulaba, desaparecido Chávez no hay tantas razones para que los bolimillonarios se escondan, al contrario: Quieren comprar penthouse, mansiones en Florida, o en Madrid.
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Fuente: http://www.notitarde.com/Lectura-Tangente/Guardaespaldas-para-los-nuevos-ricos/2013/09/14/261512