Invertir para ahorrar

Fernando Ripoll G., Consultor en Negocios TI. – Una moneda tiene dos caras; así dos personas que la miran por separado, ambos por un lado diferente, tienen la razón a pesar de ver dos cosas distintas. El truco consiste básicamente en no perder de vista este último punto, que la gerencia, como administrador de esa moneda, y entendiendo las perspectivas de sus asesores sobre un tema en particular, considere ambas versiones y componga una visión global del objeto antes de tomar decisiones que lo afecten como un todo.

De esta manera, cuando dentro de una organización, por su mismo tamaño o complejidad interna, se pierde la perspectiva del todo, la opinión de un área respecto de un tema que afecta a varias unidades puede inclinar la balanza de manera errónea al tomar decisiones complejas, dejando de lado otras visiones, que no necesariamente refutan la primera, sino que la pueden complementar o enriquecer.

En las semanas posteriores al terremoto, se constató una gran destrucción de capital físico; el que sin duda debe ser repuesto a la brevedad. Por otro lado, una parte de los proyectos que estaban en carpeta antes de este hecho, quedó en “stand by”, a la espera de las definiciones a nivel de directorio. Algunos de los comentarios que se pudo escuchar fueron: “Debemos reponer lo perdido y no hay recursos para nuevas inversiones; “tenemos altos gastos operacionales y no hay plata para innovaciones en este momento”; “invertir ahora no, con esfuerzo pagamos los costos de nuestra infraestructura actual”.

Para qué seguir enumerando. Son tantos los casos de este tipo que se podría llenar un libro completo de explicaciones de por qué éste es un mal momento para invertir.

Sin embargo, creo que difícilmente podríamos encontrar un mejor escenario para invertir que éste, pues la pérdida de bienes de capital en esencia lleva implícita una forma de hacer las cosas, inherente a su naturaleza física. Por otra parte, esta manera de hacer las cosas, lleva a su vez una estructura organizacional y de costos que la soporta. En otras palabras, no sólo tenemos la oportunidad de reponer lo perdido, sino que podemos replantearnos la forma de producir y administrar nuestras empresas.

En muchos campos, hoy en día existen nuevas tecnologías que ya están siendo incorporadas en productos al alcance de las compañías. Tal es el caso de LCD o LED en los monitores; o el cloud computing que hoy se promociona a nivel de consumo masivo pero que viene de los modelos de negocio en modalidad ASP; o bien los thin clients (versión 2.0 de los terminales cliente-servidor), entre otros.

Estas tecnologías reúnen no sólo varias ventajas en sí mismas, sino que encierran una nueva forma de trabajar en las empresas de hoy, que puede marcar una diferencia en varios aspectos.

Para que tengamos una referencia

La mayor parte de los computadores en una empresa son PCs, con monitores CRT, tower, lector y grabador de CD o DVD, gran disco duro, programas de oficina completos y sistemas operativos abiertos a ser modificados a voluntad por un usuario experto, sin contar con el software-cliente de trabajo y los de apoyo como antivirus; además de redes alámbricas extensas, complejas y expuestas a intrusos, entre otros.

Esto, descrito en términos físicos, implica una dotación de infraestructura sobredimensionada para el común de las tareas, complejidad de administrar la plataforma y, por lo tanto, mayor vulnerabilidad, alto consumo energético, más uso de espacio físico, información almacenada de manera local y vulnerable, entre otros. Todo esto nos lleva a sistemas y unidades de información dispersa; requerimientos de gran cantidad de soporte técnico por mayores fallas o caídas; y altos costos operacionales apuntados a manutención más que a creación de valor, etc.

Si Ud. considera el valor del consumo energético que se suma mes a mes de un thin client, que puede llegar a ser un 20% del consumo de un PC común (y mucho menor si es LED), gasto considerable en parques grandes de equipos; que el espacio dentro de una oficina para operación de computadores se reduce al 20%; que los accesorios que encarecen un PC y no aportan valor a usuarios administrativos desaparecen; que el software de productividad y de plataforma se reduce por consumir licencias «on demand» desde un server; que la solución antivirus puede ser centralizada disminuyendo con ello la administración y vulnerabilidad de la red completa; y que las redes inalámbricas no sólo permiten movilidad, sino que flexibilidad y bajos costos de escalabilidad; se podría llegar a cifras que justifican hoy en día el reemplazo completo de la tecnología actual, lo que se pagaría con ahorros a nivel operacional y ganancias importantes en eficiencia, derivadas de las nuevas formas de operar.

Este es el momento de invertir, no sólo para recuperar el capital destruido, sino que para repensar nuestras organizaciones y procesos; no sólo por innovar y estar en la «ola» tecnológica, sino por invertir para ahorrar.

Fuente: http://www.emb.cl/gerencia/articulo.mvc?sec=7&num=485

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