El economista José Guerra inició sus comentarios, señalando que el Gobierno ha hecho todo lo posible, por no hablar del tema petrolero en esta coyuntura electoral, porque quiere dar la sensación de que las cosas marchan bien y que la economía venezolana está inmunizada con lo que ocurre con los precios.
De forma irresponsable los ministros del área económica han venido obviando el asunto, pretendiendo no mencionarlo como si ocultando el problema se detendrá la caída de los precios de nuestro único producto de exportación. Se aprecia la gravedad de la disminución de los precios, los cuales han descendido desde un promedio de US$/barril 130 en julio, hasta poco menos de 50 US$/barril en la primera semana de noviembre.
Esta no es una disminución cualquiera. La pérdida de ingresos será considerable, lo cual puede agravarse en el evento de que la recesión de la economía se agrave y se prolongue a lo largo de 2009.
Si durante 2009 prevalece un precio promedio de 60 US$/barril, Venezuela experimentará una reducción de sus ingresos petroleros de casi 40%, alrededor de US$ 25.000 millones, y esto es bastante serio para un país donde el gasto público es el único motor que mantiene activa la economía.
En secreto, el Gobierno trabaja. No se va a quedar de brazos cruzados un Gobierno como el de Hugo Chávez. Pasadas las elecciones del 23 de noviembre, con seguridad se prepararán las medidas para ser adoptadas a comienzo de 2009.
¿Cuáles serían esas medidas?
En primer lugar, el Gobierno debería hacer un uso activo de los recursos que mantiene en el exterior, en las cuentas de Fonden, lo que implicaría inyectar a la economía aproximadamente US$ 7.000 millones. Ello, obviamente, no alcanza para financiar el sostenimiento del nivel de gasto que necesita el Gobierno y sin el cual entraría en una zona de turbulencia.
En segundo lugar, el Gobierno va a restringir la entrega de dólares oficiales a través de Cadivi. Ya veremos que la plataforma técnica de Cadivi entrará en mantenimiento a partir del 24 de noviembre, con el objeto de demorar la asignación de las divisas. Ello se traducirá, por una parte, en la subida del precio del dólar del mercado paralelo, a menos que PDVSA continúe vendiendo divisas en ese mercado, de forma truculenta, usando para ello un par de casas de bolsa. Por la otra, se pueden presentar situaciones de desabastecimiento en algunos bienes, en particular de repuestos para automóviles. Ya lo dijo el ministro Haimad el Troudi, que el Gobierno va a restringir las importaciones y la traducción de esa frase es que el precio del dólar paralelo va a aumentar porque habrá mayor demanda en ese mercado.
La tercera medida que puede adoptar el gobierno es muy peligrosa, pero lo puede
hacer. Se trata de imponerle al BCV que disminuya lo que eufemísticamente llaman en el ente emisor el nivel adecuado de reservas internacionales, cuya metodología de cálculo nadie conoce y es un secreto bien guardado. Chávez le pediría al BCV que ese nivel se establezca, digamos en US$ 25.000 millones, porque él estima que ello es suficiente, con los cual el BCV mansamente traspasaría al Gobierno más de US$ 10.000 millones. Esto significaría un duro golpe para la estabilidad monetaria de Venezuela, pero sería una alternativa para el Gobierno ante lo perentorio y necesario que significa devaluar el bolívar para obtener más bolívares por los mismos dólares. En cuarto lugar, el Gobierno estaría dispuesto a elevar de nuevo la tasa del IVA o restablecer el impuesto a los débitos bancarios para hacerse de más bolívares para financiar su gasto.
Si el Gobierno opta por no devaluar el bolívar en los primeros seis meses de 2009,
difícilmente lo pueda hacer después; es decir, a comienzo del próximo año, porque
hay que recordar que vienen las elecciones parlamentarias en 2010 y para esa fecha la economía no habrá asimilado ese golpe todavía. Aunque el Gobierno ya ordenó a los entes públicos que ajusten su presupuesto y recorten gastos, tal recorte sería insuficiente para compensar la contracción de los ingresos. Además, la experiencia indica que, a lo largo del año, se decretan créditos adicionales que terminan inflando el presupuesto nacional. De manera que el escenario de disminución de gasto luce improbable y, si ocurre, la economía va directo hacia una recesión. Por tanto, 2009 será un año difícil para la economía venezolana al llegar a su final la expansión que comenzó en 2004. Vienen tiempos complicados.
A apretarse el cinturón