La inflación está acabando con el Bolívar, lo que la gente quiere son Dólares.

Al Gobierno  no le queda otra que modificar su modelo económico, porque a pesar de las distintas medidas controladoras utilizadas  para bajar la inflación, esta se habrá  más que triplicado al final del año.  

En sus estimaciones para el 2013, el Ejecutivo la había estimado en un rango de 14% y 16%; no obstante, la realidad indica que será difícil que no alcance el 50%.

Lo más grave de esta situación para el ciudadano común, es que este aumento de precios no va acompañado de un aumento similar en sus ingresos ni en un aumento de la producción nacional, ocasionando la consabida pérdida del poder de compra, que en otras palabras,  significa que la población se empobrecerá cada vez más.

Es tan cierta la afirmación que formulamos, que según miembros de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, la inflación estimada para el ejercicio fiscal del 2014 rondará entre un 26% y 28%, es decir, el doble de lo estimado para el 2013.

Por tanto, todo conduce a pensar  que el 2014 será un año más problemático para la población en términos de capacidad de compra y de incertidumbre. No solo por la inflación que se ha venido acumulando año tras año, que atenta contra las posibilidades futuras -especialmente de los más jóvenes- sino porque según destacados economistas los resultados del actual manejo de la economía conducirá  el año que viene -a principios del primer trimestre- a otra devaluación, lo que en última instancia significará  más limitaciones y más frustraciones para los venezolanos.

Los personeros del  Gobierno han venido acusando al sector productivo privado de los elevados niveles de inflación y de la poca inversión que ha realizado ese sector de la economía. Ha dicho que el sector productivo venezolano no ha estado a la altura y que no ha inyectado recursos a la economía. Pero cabría preguntarse: ¿Qué muestras de trabajar en un propósito consensuado ha dado la clase gobernante; lo que sí ha sido evidente, es el permanente enfrentamiento, el permanente propósito de controlar al sector privado  y la imposición de una ideología socialista.

Es nuestra creencia, que mientras no se entienda que la conducción del país lo que requiere es de concertación con los agentes económicos involucrados y con otros miembros de la ciudad civil, no saldremos del entrampamiento en el que nos encontramos. De lo contrario, estamos encaminados a perder el interés por nuestra moneda e incrementar el deseo de que nuestra moneda sea el Dólar. Ya casi nadie quiere el Bolívar, porque su capacidad adquisitiva es muy baja, lo que la gente quiere tener son billetes de los verdes. A eso hemos llegado, a eso nos ha conducido el modelo socialista del siglo XXI.