Acaba de suceder algo muy extraño en la diplomacia regional: en declaraciones realizadas en el contexto de la visita del Presidente Cartes, de Paraguay, a Montevideo – y de sus entrevistas con el Presidente Mujica, de Uruguay – se supo que Paraguay representará al Mercosur en las negociaciones con la Unión Europea.
Esta situación es doblemente extraña. Por un lado, por el hecho de que Venezuela – que tiene la Presidencia pro tempore de ese bloque sub regional latinoamericano – no sea quien encabece esa negociación. La dejaron por fuera. En segundo lugar, ni siquiera tuvo Venezuela el honor de actuar como vocero del grupo, para dar a conocer la noticia de que se había nombrado a otro país para ese objetivo concreto. La noticia la dieron Mujica y Cartes. El pequeño Paraguay – que le infringió a Venezuela una de las humillaciones diplomáticas más grandes que se conozcan en la diplomacia regional, vetando durante años su ingreso al Mercosur – sigue en alguna medida, en la actualidad, causándole problemas a una Venezuela que tiene hoy en día menos peso continental que antaño.
Como en la diplomacia las cosas no se hacen al azar, cualquiera está autorizado a reflexionar sobre cuál es el significado exacto de los hechos que relatamos.
Una hipótesis interpretativa es que los países del Mercosur están deseosos de darle a Paraguay algún tipo de satisfacción por la expulsión de que fue objeto tiempo atrás. Para darle algún tipo de compensación frente a las ofensas e injusticias pasadas, y para que vuelva en gloria y majestad al seno del Mercosur, se le da esa responsabilidad de encabezar la negociación con Europa.
La otra interpretación posible es que los países del Mercosur saben que Venezuela no tiene ningún interés en suscribir- ni individual ni colectivamente – un tratado de libre comercio con la Unión Europea, y no pueden por lo tanto ponerla a encabezar esas negociaciones, pues sería apostar claramente por su fracaso.
Fuente: sergio-arancibia.blogspot.com
Una tercera línea interpretativa es que Mercosur – ya conseguido el acceso privilegiado al mercado venezolano – se enfrenta cara a cara a sus viejos problemas de aislamiento internacional y les busca solución por las únicas vías posibles, sin prestar mucha atención al ideologismo con que Venezuela lleva adelante su política comercial internacional.
Pero independientemente de estos aspectos diplomáticos, cabe también preguntarse, al calor de estos acontecimientos, cual es la real posibilidad de que el conjunto del Mercosur termine firmando un TLC con la Unión Europea. Todo parece indicar que como grupo es casi imposible que todos firmen un acuerdo que establezca, para todos por igual, nuevos deberes y derechos comerciales. La tozudez de algunos imposibilitaría una figura de esa naturaleza. Pero se abre la posibilidad más realista, de que un TLC entre Mercosur y la UE establezca ritmos y velocidades distintas en el proceso de integración para cada uno de los países firmantes, desde una velocidad cercana a cero para Venezuela, hasta velocidades más alta para el resto de los países. Esa parece ser una alternativa que permitiría alcanzar objetivos concretos y satisfactorios para todos y cada uno en ese proceso de negociación. Pero aun aceptando esta posibilidad formal sigue abierta la duda sobre si es posible que Mercosur y la UE avancen hacia una situación de libre comercio. Una vez más, el problema central para un acuerdo de esa naturaleza son los productos agropecuarios. Europa, acostumbrada durante años a subsidiar bajo diferentes mecanismos a su producción agropecuaria, no ve con buenos ojos abrir sus mercados a los cereales, los lácteos y las carnes provenientes de esta parte del planeta.
La Unión Europea se encuentra en estos momentos inserta en tres procesos de negociación comercial de gran trascendencia internacional. Por un lado negocia con Estados Unidos, lo que se ha denominado el Pacto Transatlántico, el cual generaría un área de libre comercio entre esas dos gigantescas zonas geográficas, económicas y demográficas del planeta, con inmensa significación política y económica. Pero negocia también con Japón e intenta negociar con el Mercosur, pues el eventual acuerdo con Estados Unidos no implica que la vieja Europa vaya a dejar de competir comercialmente con USA en cada rincón del planeta donde pueda hacerlo. Frente a esos inmensos reacomodos de la geografía económica mundial que están en curso, Mercosur no quiere quedarse fuera. Solo Venezuela hace doctrina de su aislamiento.