La lluvia renovadora

El sol había pegado muy fuerte durante mucho tiempo y la sequía se hizo presente. La tierra estaba resquebrajándose; la vegetación se había tornado de color amarillo amarronado; las plantaciones de los granjeros del lugar se habían perdido y las que todavía sobrevivían, estaban casi a punto de desfallecer. Muchos animales no pudieron abrir sus ojos, luego de su sueño nocturno, agobiados por la sed y el intenso calor.

Cada habitante de aquella zona tenía seca su verde esperanza y el color en sus vidas se estaba esfumando. Se pensó, entre los campesinos, quemar parte de los campos para que el humo atrajera la lluvia; pero dejaron morir la idea cuando un capataz de una granja del lugar, alertó que la escasez de agua podría provocar un incendio monstruoso, que no podría apagarse.

Las mujeres se congregaron en la iglesia y el sacerdote duplicó las misas, con la intención de orar por la respuesta divina más inmediata.

Mientras los hombres buscaban soluciones, los animales se reunieron una noche para solicitar al cielo una sabia respuesta de la Naturaleza. Grillos, mariposas, hormigas y todo tipo de insectos y animales se conglomeraron, entre los que se encontraba la comunidad de sapos y ranas, pavos, zorros y pájaros.

En la reunión, como suele pasar también con los humanos, la queja predominaba en esa noche. El pavo real estaba preocupado por que su plumaje estaba deslucido; las mariposas maldecían a las flores por estar marchitas; las hormigas -un tanto más calmadas- notaban que sus cargamentos eran sólo palos secos y nada de follaje; hasta que en un momento de la extensa conversación sin sentido, los organizados sapos plantearon una solución que renovaba la esperanza.

Los sapos son muy pacientes. Esperan, esperan y esperan, hasta que llegue el momento indicado para sacar la lengua, por lo que, en el tiempo preciso, tomó la palabra el Sapo CrecenSio:

– Señores, estamos atravesando tiempos difíciles. Todos tenemos nuestras situaciones particulares que resolver; pero hoy, y sólo hoy, nos hemos reunido aquí para encontrar una solución que nos permita continuar disfrutando de nuestras existencias. Les propongo que dejemos la pesadez de la queja y de la angustia que nos provoca esta situación, pensando de manera positiva.

– ¿Positiva? … mmmm, exclamó el zorro.

– ¡En efecto!, respondió el Grillo -que compartió el pensamiento del Sapo CrecenSio -.

– ¡Tu sabes bien que todos aquí tenemos evidencias de esta desgracia!… ¿De qué nos sirve mentirnos y pensar positivo? En mi caso, me estoy cuestionando a mi mismo con esta situación. Me pregunto: ¿Dónde está quedando mi orgullo de zorro, al no poder cazar mi presa? Me estoy alimentando de la carroña de quienes no sobrevivieron…

– Les propongo hacer cosas sencillas. Esas cosas que muchas veces dejamos de hacer con un verdadero propósito o significado. A veces, las hacemos instintivamente; pero no las hacemos por llamado del corazón. Cosas como “Cantar”. Cantando, les aseguro, no sólo estaremos propiciando el pensamiento positivo; sino alabando a la Naturaleza que, por más que no sea notable ahora, nos ha protegido para seguir vivos en esta situación adversa; manifestó el Sapo CrecenSio a todos los reunidos.

– ¡Estás en lo cierto!, dijo el Pájaro. Cantamos porque el amanecer ha nacido, pero muchas veces no somos conscientes de ello.

– ¡Cantemos entonces!, exclamó el Grillo mirando al firmamento. ¡Cantemos como una manera de dar gracias y, mientras entonamos una canción, que nuestros corazones eleven su deseo de que llueva pronto!

Las gargantas de la mayoría comenzaron a hacer sonidos y carrasperas, esperando que alguien comenzase su canto. Entonces, el Sapo CrecenSio dijo:

– ¡Aguarden… aguarden!, organicemos bien esto, ya que el primer fin es estar mejor, para que nuestros pensamientos sean positivos y nuestras emociones se abran, como pimpollos de rosas en primavera. Sólo así, nuestra alabanza será genuina y la Naturaleza podrá escuchar nuestro mensaje.
Los sapos y las ranas, cantaremos junto a los grillos toda la noche. Los pájaros, esperarán su turno para cuando el amanecer nazca, anunciándonos un día más de regalo para cada uno de nosotros. Los demás presentes, escucharán en silencio nuestro canto, disfrutando de la paz y mirando el cielo, mientras titilan las estrellas.

Todos estuvieron de acuerdo.

Croac, Croac, Croac; Priiii, Priiii, Priiii… Sapos, ranas y grillos cantaron como un coro magistral, toda la noche. La música se escuchó por todo el pueblo, trayendo abundante calma. Tan abundante paz y tranquilidad, que muchos en el pueblo sacaron sus sillas para contemplar el baile silencioso de las estrellas y escuchar el armonioso canto.

De pronto, en la oscuridad más profunda de la noche, el cielo quiso cantar para acompañar a los sapos, ranas y grillos; y acomodando su infinita garganta para entonar su canción, el cielo tronó. El canto de los sapos, ranas y grillos se hizo más melodioso, hasta que el agua cayó del firmamento para aplaudir, con sus gotas de lluvia, al gran concierto hecho con alabanza.

La Naturaleza trajo la lluvia; aunque en lo más esencial de su presencia, se encontraba la verdadera renovación:

“Nuestra abundancia es el reflejo de nuestros corazones colmados de Amor”.

Página Web: http://www.grupodaion.com/

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