Según los expertos, de uno y otro bando (producto de la polarización venezolana), vamos a tener una precaria situación de racionamiento de luz por algún tiempo. Unos vaticinan más, otros menos; pero allí está el problema presente y proporcionándonos una pésima calidad de vida.
Parecerá trillado, pero como usuaria del servicio eléctrico, ama de casa y venezolana, cada vez se aumenta en mí la duda, acerca de cuándo volveremos a la normalidad, luego de esta catastrófica situación que nos afecta a todos por igual. Bueno, a casi todos, porque la Gran Caracas, como bella damisela, no tiene problemas de cortes de energía eléctrica. Y seguramente los boliburgueses, tampoco sufren cortes de luz (en ningún estado de Venezuela), de manera que, ¿para qué preocuparse, dirán ellos, si tenemos luz y las piscinas están azulitas con la también escasa agua?
En el resto del país vivimos en esta situación. Hoy se va la luz en la oficina, el jueves en el centro comercial donde pago el teléfono, el viernes en la casa. Los estudiantes tienen que programar ahora el horario de las tareas. Voy a sacar una copia en algún lado y no hay luz; la carnicería, está sin luz; en el colegio también hay racionamiento. Las prefecturas tienen sus recortes; el banco cada tres días por medio; llevo un niño en ayunas a un laboratorio y adivinen: tampoco hay electricidad. Y ¿los semáforos? ¡Dios mío¡ ¿qué ha pasado? Y todo esto en menos de tres meses. O sea, debemos saber el cronograma exacto de los racionamientos en toda la ciudad, para poder dirigirnos a hacer alguna diligencia y no perder tanto tiempo. Todo esto sin contar con los cortes no programados. De los casos más recientes: en algunos municipios del estado Mérida, cuatro días sin luz. En Maracaibo, tres horas en la madrugada del 26 de abril y muchos otros que no conocemos con detalles. En Anzoátegui, por ejemplo, viven ardiendo del calor por los apagones frecuentes.
Este no es mi país, no donde crecí. Si bien es cierto, los que dicen que consumimos más energía ahora que antes, tienen su respuesta: somos más habitantes ahora que antes. La idea, se supone, no es seguir racionándonos porque estamos creciendo en número de habitantes. Se debieron tomar las medidas, que cualquier elemental cerebro, debía haberlo previsto.
Ejemplo muy simple: cualquier mamá sabe que, cuando llega un nuevo miembro de la familia, debe tener un lugar para ello. Sabe que va a gastar más dinero, que va a consumir pañales, compotas, leche materna, etc. Es elemental, cualquiera puede preverlo. Parece, que en los Ministerios adscritos a la electricidad, los ingenieros, técnicos y demás involucrados en el problema, viven en otro planeta en donde se cocina con carbón, la nevera es de querosén, las planchas se calientan con carbón, se iluminan con velas y, por las noches, narran cuentos de espanto para entretenernos. Un poco más y volvemos a la edad de piedra.
Realmente, no se sabe si el objetivo es, que nos vayamos acostumbrando a esta situación. Esto sería algo muy lamentable. No quisiera que mis nietos crecieran en estas condiciones. Una niña de tres años y medio, ya pregunta: ¿hay luz?, ¿me puedo bañar?, ¿hay agua?
¡Por favor!….. y que nadie me venga a decir que este Gobierno es mejor que los anteriores, a pesar de que esos no fueron buenos; pero este no tiene comparación en cuanto a ineficiencia se refiere.
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