Las principales manifestaciones del cambio en el mercado laboral latinoamericano, son las siguientes:
1.- El empleo, como expresión de trabajo fijo, disminuye en el mundo. En la década pasada en Chile se perdieron muchos empleos fijos, mientras que los empresarios crearon centenas de nuevas organizaciones de servicios, educación, comercio, finanzas, Internet y otras, que han estado absorbiendo a los desvinculados, bajo otras formas de trabajo.
2.- El empleo fue una figura creada por la sociedad industrial, gran consumidora de mano de obra. Pero la actual sociedad del conocimiento, no requiere gran cantidad de empleos, sino más bien, de trabajadores. En los últimos años los empresarios están desarrollando alianzas con ex-empleados, colaboradores “free-lance” y contratando servicios externos (“outsourcing”), transformando costos laborales fijos en variables, gente que permanece o participa en la organización, mientras el proyecto se desarrolla con resultados satisfactorios. Ahora estamos siendo capaces de producir sin empleo, pero no somos capaces de consumir sin empleo. Una paradoja del Siglo XXI
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3.- Mucha gente cree que ingresa a una empresa a un trabajo fijo, pero no percibe que está participando de un proyecto que podrá continuar, sólo si las cosas van bien. Las estadísticas así lo demuestran, verificándose un drástico aumento de la rotación en los cargos. Las empresas están rápidamente reconociendo a los participantes flexibles y exigiéndoles nuevos requisitos a los empleados fijos, quienes disminuyen en número por su falta de adaptación al cambio y porque tienen un costo más elevado de contratación ante un mercado -que somos nosotros- que desea productos y servicios cada vez más baratos, presionando a las empresas a reducir costos y a tener gente que brinde mejor servicio.
Estos nuevos participantes que trabajan para la empresa, son personas que permanentemente desarrollan habilidades técnicas y profesionales que los hacen empleables y que son capaces de agregar valor en su trabajo. Gente con más habilidad intelectual, comunicacional y de trabajo en equipo. Trabajadores que se ganan el pan con el sudor de sus mentes.
4.- En Latinoamérica una gran cantidad de personas ya no trabajan en empresas industriales, sino en empresas de servicio, comercio, intermediación, etc. La era fabril está agonizando, las industrias ahora ya no fabrican, en su mayoría, arman, externalizan producción, unen, en síntesis tienen clientes. Por lo visto, las empresas desean contar cada día menos empleados, de 9 a 6, y cada vez más gente que solucione problemas, que agregue valor, que sea capaz de innovar para satisfacer un mercado repleto de buenos productos, precios bajos, buena calidad y sobreoferta.
5.- Las empresas compran ahora el resultado de tu tiempo, no tu tiempo. Por lo tanto, si dejas de agregar valor, te cambian. La idea entonces es, mejorar la versión de uno mismo, de uno como producto, ver qué voy a ofrecer a mi empresa, cuál es el valor agregado que voy a dar, para que mi organización me siga considerando rentable.
6.- Mientras en 1982 los servicios temporales o “part-time” respondían por pocos reemplazos en funciones de secretaría y similares, transcurridos 24 años, dan trabajo temporal a cerca de 5.000.000 de personas al mes en Latinoamérica, incluyendo las más variadas áreas profesionales. Personal de diversos niveles que no posee un empleo fijo, todo lo contrario, y que constituyen motivo de discusión en la determinación de los índices oficiales de cesantía, que miden cantidad pero no calidad. Una de las mayores manifestaciones está en el propio Estado, donde las contrataciones a honorarios o a contrata, han aumentado en más de un 500% en los últimos tiempos.
7.- Para el obrero o empleado, el desafío lo constituye luchar contra la tecnología que reemplaza vertiginosamente el trabajo rutinario y manual, debiendo desarrollarse un nuevo tipo de capacitación que habilite mentes y no brazos. Las empresas nos dicen tácitamente: ¡no queremos más tu lealtad, queremos tu trabajo!
El profesional de hoy debe comenzar a administrarse a sí mismo como si él fuera una empresa; como un proveedor más que un empleado, ser capaz de negociar, traducir, interpretar, capacitar, unir y proporcionar servicios. En síntesis, son tres las características básicas: ser empleable-descartable, poseer mentalidad de proveedor independiente y además contar con un alto grado de flexibilidad.
Sin lugar a dudas que estamos transitando desde las carreras basadas en los empleos a las carreras basadas en el trabajo. Pero, para poder hacerlo, debemos modernizar las leyes laborales, que ya no se ajustan a los tiempos que vivimos, como también cambiar el paradigma que nos obliga a dar empleo fijo.
Necesitamos de nuevos emprendedores con ideas sustentables y creativas, con apoyo estatal y privado. También Capital de Riesgo.
Como estos osados e intrépidos aventureros no abundan en nuestro continente, es necesario generar incentivos para la creación de nuevas empresas con nuevos sistemas de capacitación, educación universitaria y fomento al emprendedorismo.
El mejor consejo a para los jóvenes que salen de la universidad es decirles “Hijo, no busques trabajo en una empresa, desarrolla, habilidades, productos y servicios. Véndelos en el mercado abierto y tendrás trabajo toda tu vida”
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