‘El Gobierno no puede sostener el aumento de los ingresos de sus empleados y no puede mantener el nivel de gastos en forma sana’, sostiene el economista Orlando Ochoa. ‘Tenemos la tasa de inflación más alta del mundo, con pésima política fiscal, monetaria y cambiaria’.
Semanario La Razón – El economista Orlando Ochoa advierte que en términos de la deuda pública estamos pisando los niveles de lo tolerable. En ese sentido, coincide con el resto de los economistas, que han declarado para La Razón, en el sentido de que el total de la misma se sitúa en más de 120 mil millones de dólares.
“Además, si a esto agregamos que el presidente Chávez va a continuar emitiendo deuda pública, para poder financiar campañas, algunos proyectos, y para poder cubrir la insuficiencia de flujo de caja de PDVSA, aun cuando el precio del petróleo está a nivel récord, entonces tenemos que concluir que el ratio del proceso de aceleración de la deuda pública se va a convertir en un severo problema para la gobernabilidad política y económica del próximo Gobierno, cualquiera que sea”, expresa Ochoa.
Ya hemos llegado al segundo semestre el año, y lo más probable, como lo anticipan los voceros oficiales, es que se presente de nuevo una sorpresa en las cuentas oficiales, como ocurrió en el primer trimestre, cuando el BCV anunció un crecimiento del PIB de más de cuatro por ciento. ¿Usted cree que nos encaminamos por la senda de un desarrollo sostenido?
“Creo que nos estamos encaminando a una cierta recuperación del ritmo de la actividad económica empujado por el gasto público; la actualización de algunos sueldos y salarios; el pago de algunas obligaciones retrasadas del Gobierno con personal del sector público, y esto no es más que una compensación parcial a los empleados y trabajadores por la alta inflación. Al elevarse el gasto, la deuda pública, aún quedando otras obligaciones, la gente gasta más aunque consume menos, porque tiene necesidades, y porque su ingreso ha sido insuficiente.
“El Gobierno no puede sostener el aumento de los ingresos de sus empleados, y no puede mantener el nivel de gastos en forma sana, y la mejor prueba es que a la ley de crédito público, por casi 13 mil millones de dólares, se le sumó otra por más de 10 mil 500 millones de dólares, y a eso se le agrega el endeudamiento de PDVSA. Claramente, si un gobierno en medio de una bonanza petrolera, donde el precio del petróleo promedio en lo que va de año ha estado en 98,69 dólares, no puede sostener el ritmo de gastos sin endeudamiento masivo, tampoco va a poder sostener este pequeño aliento a la economía.
“Recordemos, por otra parte, que la producción nacional está, duramente, golpeada; por problemas que van desde los relativos a la seguridad jurídica, amenazas de expropiación, restricción de divisas, corrupción sistemática en todos los entes públicos que tienen que ver con la actividad privada, falta de confianza para invertir, alta inflación y un proyecto ideológico desfasado que habla de producción comunitaria y producción estatal; de igual modo como del lado de la empresa pública tenemos problemas de flujo de caja, desactualización tecnológica, nóminas fantasmas de compañeritos de partido; en resumen, estamos viendo la reproducción de todos los problemas del pasado acentuados bajo el peor tipo de socialismo”.
Sin embargo, las cuentas nacionales reportan que desde 1999 la economía venezolana se ha sextuplicado, al pasar de 85 mil millones de dólares a 367 mil millones de dólares. Precisamente, esa es la razón que alegó el oficialismo para justificar el endeudamiento que se acaba de aprobar, es decir, el valor total de la deuda no llega al 20% frente al PIB, de acuerdo a estas cifras, y lo cual le brinda un margen de maniobra a éste para financiarse por esta vía. ¿Qué piensa al respecto?
“Este tipo de presentación de las estadísticas de un país, en términos de moneda extranjera, es un caso clásico de manipulación. Ya no de la ilusión monetaria, como hablaba John Maynard Keynes, sino que es un caso de manipulación propagandística, que llega al borde de la estupidez. Si un país como Venezuela en los últimos ocho años ha mantenido un tipo de cambio fijo y ha mantenido una inflación alta, al subir los precios en bolívares, el PIB nominal en bolívares se eleva. Así la economía crezca cero: si los precios crecen 30%, el PIB nominal crece 30%. Si se dividen esos bolívares nominales entre la misma tasa de cambio, aparece que, en términos de dólares, el valor de la producción subió 30%. A pesar de que no ha escalado ni un escaño de ritmo de producción. Un planificador lerdo entendería este simple cálculo.
“Esto nos dice, en consecuencia, que los planificadores socialistas, chavistas, a sabiendas de que en términos reales han tenido una economía en caída, tanto en el sector público, como en el sector privado, deciden aprovechar la inflación para medir el PIB de Venezuela en términos de la moneda del ‘imperio’, y presentarnos un caso grosero de ilusión monetaria.
“Si el PIB en bolívares se tomara a una tasa de cambio sensata; digamos como la que está operando, detrás de bastidores o la que vemos reflejada en un estudio económico sobre el tipo de cambio real; vamos a suponer que la tasa sea 8,60, el doble de 4,30: de ocurrir así el PIB estimado por el gobierno, para ponerlo en una forma simple, caería a la mitad. Esa mitad estaría por el orden de los 180 millones de dólares, aproximadamente, según la cifra que usted me da.
“Hay que tener presente que la deuda pública venezolana, no solamente está en bonos, que es lo que mide el Gobierno como un falso 20%, sino también que está en los pasivos con China: veinte mil millones dólares de un préstamo que se paga con petróleo a futuro, es decir, con parte del petróleo exportado que, de otra manera, entraría a las arcas de PDVSA y del Tesoro. He allí algo que se está comprometiendo, aunque el Gobierno trata de no clasificarlo como deuda. Si tomamos en cuenta esas obligaciones, más las otras contabilizadas por el BCV, estamos hablando de una cifra superior a los 120 mil millones de dólares.
“Si nosotros tomamos así, a grosso modo, 120 mil millones de dólares, y los dividimos entre 180 mil millones de dólares de PIB real, estimado, nos da que la deuda pública externa e interna, sin incluir pasivos laborales; sin incluir, de paso, la deuda de seguridad social de todo lo que los venezolanos hemos aportado a dicho sistema, y no tienen un centavo ahí, sino que se les paga por la vía del presupuesto, esa deuda pública incompleta representa 66%, lo que significa que estamos en los límites de lo que se considera tolerable para un país.
“Además, si a esto agregamos que el presidente Chávez va a continuar emitiendo deuda pública, para poder financiar campañas, algunos proyectos, y para poder cubrir la insuficiencia de flujo de caja de PDVSA, aun cuando el precio del petróleo está a nivel récord, entonces tenemos que concluir que el ratio del proceso de aceleración de la deuda pública se va a convertir en un severo problema para la gobernabilidad política y económica del próximo Gobierno, cualquiera que sea”.
Asimismo, el oficialismo alega que hoy en día la tasa de la deuda externa es fija, mientras que en otra época fue variable, y que la mayor parte de la deuda pública es interna, es decir, que ya se ha cumplido en una gran parte con los compromisos que se tenían con los organismos multilaterales, y cuyas tasas, por lo demás, las fija el BCV. ¿Qué piensa a ese respecto?
“Eso no es totalmente cierto. Varias de las emisiones de deuda pública son en dólares y se han colocado en el mercado interno. Es decir, la compran venezolanos o instituciones financieras venezolanas; también la compran instituciones financieras gubernamentales; el mismo BCV está comprando deuda venezolana, a través de algunas operaciones, y luego el ente emisor ofrece esos títulos por medio del SITME, y este organismo es un sistema de entregar bonos a quienes demandan dólares a un tipo de cambio hasta ahora en 5 bolívares 30 centavos, en una forma poco transparente.
“Esos títulos pasan a manos de tenedores en el exterior. De manera que se trata de una deuda en moneda dura, que está comprometida con quien quiera que la mantenga. Así como la deuda con China y con otros países, que se suscribe a cambio de petróleo, significa que parte del flujo de ingresos que se obtienen por exportación petrolera dejan de entrar al país para cubrir deuda. Estas formas de endeudar al país, algunas veces transparentes y otras veces opacas es, sin duda, parte de esta carrera desbocada por manipular una economía enferma; pretender que tenga una cierta recuperación anémica a punta de deuda y del interés nacional comprometido, por ejemplo, con China; mantener la tasa de inflación más alta del mundo, con pésima política fiscal, monetaria y cambiaria y un sector privado y público disminuidos ambos en su capacidad productiva.
Sin embargo, este endeudamiento que acaba de asumir el Gobierno va, directamente, a planes de desarrollo social, en especial, a la Gran Misión Vivienda, ¿no le parece?
“Cuando un país se endeuda de todas las formas posibles, en medio de una bonanza petrolera, sea para financiar proyectos que tengan una contraparte de beneficio social tangible o de beneficio económico o institucional, eso no es bueno para el progreso del país; porque, además, se ha comprobado el sobrecosto que representa en obras públicas, y la inviabilidad de casi todos los proyectos económicos “socialistas”. Sin embargo, debemos observar que así como el Gobierno ha golpeado duramente a la industria manufacturera privada y pública, también ha golpeado a la construcción privada y pública. No existe en Venezuela capacidad para construir, ni para suplir materiales e insumos de construcción para el desarrollo de las obras anunciadas. Esto es un proyecto de viviendas tardío, mal estructurado, con poca capacidad de ejecución. Hecho más con fines de generar una ilusión al venezolano, en la parte final de un Gobierno que ha hecho poco y ha prometido mucho más, que otra cosa”.
¿Usted es de la corriente de los economistas que han alertado acerca de los planes del gobierno, quizás, por conveniencias políticas, de preferir endeudarse, antes que proceder a devaluar, pero que es inminente la necesidad de tomar esta medida? En caso, de que el gobierno devaluara, ¿cuál sería la tasa cambiaria a escoger, en ese sentido?
“La inflación es alta en Venezuela; reprimida, artificialmente, a través de controles de precios; tal como ha ocurrido con alimentos básicos donde persiste la escasez por dichos controles, mientras el mismo Gobierno y el BCV generan la inflación. Vimos que el 30 de diciembre de 2010 se devaluó el tipo de cambio preferencial de alimentos y medicinas en un 65%, y hemos visto como desde entonces se permite el aumento gradual, por ejemplo, del precio del aceite comestible, de la harina de trigo, del pollo, carne; gradualmente, a los fines de dosificar una enorme transferencia de alzas de precios al consumidor que debería asumir ese 65%. Porque recordemos que la mayor parte de los alimentos que se está consumiendo bajo esta revolución vienen del exterior; de los socios comerciales con grandes ventajas: Argentina, Brasil, parte de Centroamérica y otros países.
“Esta inflación significa también que el Gobierno no puede mantener su nivel de gastos; sin pagar el costo de la inflación. Dado que eso ocurre, los gastos públicos están subiendo, presionados por este flagelo a un ritmo más alto que los ingresos del petróleo, y en esas circunstancias un gobierno puede; primero, bajar la inflación, con orden fiscal, monetario y cambiario además de estímulo al sector privado; segundo, endeudarse para cubrir lo que necesita, que es lo que está haciendo el gobierno revolucionario; tercero, puede devaluar para que lo que entre en bolívares por cada dólar petrolero sea más grande, y con eso cubrir el mayor gasto inflacionario.
“Como podemos ver, aquí la única solución sana es la primera. Pero el gobierno recurre a la segunda hasta donde puede, y cuando no puede más salta a la tercera. Esa es la tragedia de Venezuela. Esa es la miopía mezquina del chavismo con el interés nacional. Eso es lo que hace que esto sea un proyecto político y económico fallido; dañino para la calidad de vida del venezolano y, enormemente, costoso en términos de la oportunidad de haber desarrollado a Venezuela, y de haber aprovechado esta bonanza”.
Nuestro actual esquema cambiario ha dado lugar a varios tipos: el oficial, el del SITME, el innombrable, es decir, el que se cotiza en el mercado negro; de modo que, precisamente, la estabilidad de la moneda se mide sobre todo por este último, y, en ese sentido, se dice que desde que se aprobó la última devaluación el innombrable se ha mantenido en una determinada tasa por varios meses. ¿Usted no cree que se ha logrado un cierto control de nuestra moneda por esta vía?
“Hay evidencias de que el mercado paralelo se ha mantenido, relativamente, estable. Ahora, uno lo que debe preguntarse, sobre todo, en un país petrolero, que no es un país normal, es cómo se ha hecho eso, a qué costo se ha hecho, y si es sostenible en el tiempo. Porque cualquier país que tenga un ingreso alto, como es el caso de Venezuela, puede mantenerse un tiempo con una política económica costosa, ineficiente y mantener, artificialmente por un plazo, un tipo de cambio artificialmente bajo. Este es el caso del mercado cambiario paralelo. Lo que viene ocurriendo es que el gobierno, además del sistema de CADIVI, ha estado muy activo en el mercado del SITME, el sistema éste de intercambio de bonos, y en el cual algunos bancos públicos y algunos bancos privados asignan a quienes requieren divisas a un tipo de cambio de 5 bolívares 30 centavos.
“Del lado público hay la evidencia de una enorme y organizada corrupción, en el cual se les pide a los solicitantes un monto adicional, que hace que el tipo de cambio cueste más de 5,30. Eso asigna divisas a una serie de operadores vinculados o que aceptan pagar a estas instituciones públicas, y esos operadores, inmediatamente que reciben esos dólares, los venden en el paralelo. Es decir, esta “innovación” de estabilidad cambiaria es un sistema corrupción sistemática para enriquecer a intermediarios que reciben dólares a un tipo de cambio preferencial, a 5,30 bolívares por dólar y lo revenden en el mercado negro. Distintas facciones chavistas participan de esta repartición cínica de las limitadas reservas de divisas”.
¿Ha tenido algún efecto la enfermedad del presidente Hugo Chávez en el ámbito económico? De hecho, en un comienzo se dijo que sólo el anuncio de que se había recluido en una clínica en Cuba había impulsado al alza los bonos de nuestra deuda pública. ¿Fue esto una de sus consecuencias?
“El Presidente está atravesando por una tragedia personal; un hombre que nos mostraba un proyecto de largo plazo, mediante el cual él decía que había venido para quedarse, invulnerable; un plan presuntamente bolivariano y de nuevo socialista. El decía que iba a ser exitoso, y no lo es. No solamente falla la economía y se deterioran las instituciones, sino que la violencia desborda las calles, y en medio de esto, el hombre que nos hablaba con tono de voz fuerte, y que ignoraba las consecuencias de sus pobres ideas, descubre que su salud está pagando los descuidos, que luego él mismo admite.
“La salud del Presidente en un Gobierno, que es de por sí personalista, obviamente, afecta todo, y en un gobierno que no fuera personalista también; porque el Presidente, al fin y al cabo, es el jefe del Gobierno que articula políticas.
“Ahora, en el caso venezolano, la primera reacción de los mercados no es porque se alegraran de que el presidente Chávez estuviera enfermo. Lo que ocurre es que cuando se tiene una combinación de medidas económicas tan malas; que genera la más alta inflación del mundo, y el deterioro de un país petrolero que debería estar en bonanza, se presume que si el jefe de Estado no va a estar al frente del gobierno, porque requiere tratamiento, parte de esas políticas malas se van a echar para atrás, y entonces el mercado reacciona, favorablemente. Cualquier gobernante sensato sin camisa de fuerza ideológica aceptaría con humildad este pragmático juicio internacional. No es el caso de Hugo Chávez y Jorge Giordani que arruinan a Venezuela con sus prejuicios ideológicos.
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