"La Navidad, no se trata sólo de conmemorar el
acontecimiento histórico, que hace más de
dos mil años tuvo lugar en una pequeña aldea
de Judea. Es necesario comprender más
bien que toda nuestra vida debe ser un «adviento»,
una espera vigilante de la venida definitiva de Cristo".
Juan Pablo II
El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico, empieza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía. El término "Adviento" viene del latín adventus, que significa venida, llegada. El color usado en la liturgia de la Iglesia durante este tiempo es el morado. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia. El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (la Novena de Navidad) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad. El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas.
En el segundo periodo se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Se invita a vivir con más alegría, porque se está cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido. Los evangelios de estos días preparan a la humanidad ya directamente para el nacimiento de Jesús.
Los cristianos tienen cuatro semanas en las que domingo a domingo se preparan para la venida del Señor.
La primera de las semanas de Adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primera semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento".
La segunda semana estimula, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamando a sus posibles seguidores, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios?
La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita.
Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo estímulo de nuestra espera. El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo".
El Adviento es un tiempo muy rico en la vida de la Iglesia que desea preparar a los feligreses para el nacimiento de Jesucristo en Belén. Invita a comprender el amor de Dios que se decide a entrar en la historia humana de un modo tan humilde y misterioso. Simultáneamente, el Adviento llama la atención sobre la segunda venida de Cristo al final de los tiempos, cuando vendrá a juzgar a vivos y muertos. Este mismo Cristo que nace de María Virgen en la pequeñez de un recién nacido, vendrá al final de los tiempos en la majestad de su gloria para juzgar según las obras. Este primer domingo de Adviento subraya, sobre todo, la preparación de la segunda venida e invita a estar alertas y vigilar, porque no se sabe el día, ni la hora de la llegada.
Hay muchísimas cosas que se podrían decir tocante a la tremenda capacidad de liderazgo en el Salvador, mucho más de lo que podría expresarse en un discurso o en un libro, pero al menos quisiera señalar algunos de los atributos y aptitudes que El tan perfectamente demostró. Estas mismas aptitudes y cualidades resultan importantes para las personas que desean tener éxito perdurable como líderes. Entre ellas se mencionan las siguientes: principios concretos, comunicación, Jesús era un líder que escuchaba, poseía un liderazgo abnegado, era muy responsable, sabía delegar. Administraba eficientemente el tiempo. En otras palabras era el líder perfecto. Este es el molde que deben seguir los que pretender ser un líder exitoso
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