Lic. Horacio Alfonso – Ganar confianza. Eliminar la necesidad de aprobación de otros. Acabar con el diálogo interno negativo. Parar el temor al rechazo. Son algunos de los beneficios que se obtienen al erradicar creencias limitantes. Claro que eliminar una sola creencia no es suficiente.
No puedo prometerte que, con una sola creencia, cambiará toda tu vida; creo que ninguna persona podría honestamente prometerlo. Pero si puedo prometerte que con sólo eliminar una sola creencia, mejora tu calidad de vida y te colocarás en el cuadro mental para lograr otros progresos en tu vida.
La mayoría de la gente no busca cambiar sus creencias, sobre todo porque las creencias que se necesitarían cambiar están ocultas, como si fueran un virus que trabaja oculto a la conciencia.
En cambio, lo que se busca cambiar es cómo nos sentimos o cómo nos comportamos. Generalmente la gente que me ha consultado, viene con algún asunto relacionado con sus resultados. Si alguien viene a pedir algún tipo de consejo u orientación, es porque no está contento con sus resultados, o bien, no se siente bien con lo que está sucediendo en su vida. Cuando una parte de la vida está muy bien, generalmente tenemos otra que atender. Una persona puede tener un gran éxito en las finanzas, pero a lo mejor su vida sentimental no es abundante; otra persona puede que tenga una gran satisfacción en las relaciones, y tiene dificultades de salud. Hay que entender que detrás de cada aspecto de nuestra vida, se encuentran las creencias que funcionan similares a programaciones que limitan y enmarcan nuestro vivir.
Escuché a Joe Vitale (autor de varios best sellers) mencionar que vivimos en un Universo manejado por creencias. Y ciertamente son estas (las creencias) las que están en el trasfondo de nuestros resultados y de cómo nos sentimos con nosotros mismos.
He aquí el primer paso necesario para eliminar o cambiar cualquier creencia.
– Descubrir cuál es la creencia o creencias detrás de la conducta, resultado o emoción no deseada. Puede ser una, dos o múltiples creencias. Para esto se necesita enunciar, en la forma más corta y simple posible, y hacer memoria del primer recuerdo que tengamos de algún incidente en relación con esta creencia.
Por ejemplo: Una persona puede ser muy productiva y exitosa, según los estándares de la gente, debido a que en algún momento aprendió, que para sentirse importante, era necesario sobresalir, ser reconocida y ser capaz de lograr lo que la mayoría no puede lograr. Al ver su vida, todo parece muy bien, y llena de realizaciones. Y por supuesto, que mientras esta persona tenga forma de continuar ser reconocida y más cosas que conquistar, estará ‘diciéndose a sí misma’ que es importante. Sólo que el día en que las cosas no le salgan bien, pierda el reconocimiento o no logre los resultados, se sentirá que no es importante.
Es decir, que si vemos esto un poco más profundo, la creencia que tiene esta persona, en el fondo es que no es una persona importante: «Yo no soy importante» y ha creado una estrategia para contrarrestar esto y sentirse bien a pesar de esta creencia oculta. En las próximas semanas compartiré una técnica que te conduce paso por paso a la eliminación rápida de creencias limitantes.
Esta técnica es muy sencilla y no requiere de un proceso hipnótico y de muchas sesiones. De hecho, con sólo darse cuenta de cuál es la creencia, muchas veces es suficiente para que esta quede disuelta. En mi experiencia, he aplicado esta técnica para eliminar algunas creencias que me estaban limitando. En sólo unos pocos minutos, pude darme cuenta de que había ‘vivido’ por muchos años con creencias que me impidieron ver, hacer o intentar cosas, que en realidad yo hubiera deseado lograr. A veces, con sólo descubrir la o las creencias limitantes, es suficiente para sentirse liberado de ellas y experimentar un alivio inmediato, con una sensación de bienestar general que se puede dejar ver con una sonrisa en el rostro.
Origen de las Creencias
Sin pretender dedicar un gran espacio a este tema y con el fin práctico de lograr explicar esta técnica, hay que reconocer que cuando nacemos, todavía no hemos adoptado creencias. Estas nos llegan a una edad muy temprana que es muy difícil limitar, dependiendo del nivel de conciencia de cada individuo.
Por lo general, darse cuenta del origen de una creencia, lleva sólo tratar de recordar incidentes antiguos en nuestras vidas con preguntas como la siguiente: Haciendo memoria, ¿cuál es el incidente o experiencia más antiguo que puedes recordar? Esto puede remontar a cualquier persona al tiempo cuando esta tenía tres, cuatro o cinco años y generalmente, estas experiencias de la vida las vivimos con nuestros padres o con figuras de autoridad, ya que por lo general, los niños están siempre al cuidado de los mayores.
Para fines prácticos asumiremos que se trató de nuestros padres, aunque es sabido que algunos de los lectores tendrán que reemplazar estas figuras, por abuelos, tíos, maestros, hermanos mayores, etc.
Nuestros padres, son las figuras de autoridad primarias y en su rol de padres, procuran corregir y dirigir a sus niños por el camino que ellos consideran el correcto. Corrigen a sus niños, ponen límites, recompensan y castigan sus conductas y, en la mayoría de los casos, siguiendo lo que les dicta el sentido común o repitiendo las lecciones que sus propias figuras de autoridad les dieron.
¡Quédate quieto! ¡Pórtate bien! ¡Qué terco eres! ¡Si sigues así vas a ver!
¡Vas a tirar eso y vas a ver lo que te va a pasar! ¡Ya me cansaste y se me agotó la paciencia! ¡Cállate! ¡Te callas! ¡Qué inútil eres!
Si hacemos memoria, podemos recordar un montón de expresiones de nuestros padres en procura de lograr controlar y corregir nuestras conductas.
Las Creencias se originan a partir de eventos que suceden en nuestra infancia cuando, en relación con alguna figura de autoridad, fuimos confrontados. En ese momento de confrontación con un personaje ‘gigante’ (desde nuestro punto de existencia), formamos una interpretación y le dimos un sentido a lo que estaba sucediendo.
No siempre tiene que ser un evento de corrección o negativo, puede tratarse de una ocasión en la que nos felicitaron o alentaron por algo que hicimos muy bien.
Ejemplo: un niño es reconocido por dejar jugar a su hermanita/o con sus juguetes. Se le dice: eres un niño bueno. De esta forma, el niño recibe el mensaje de que es bueno, cuando deja que sus juguetes sean usados por su hermanita/o. Ahora bien, ¿es un niño bueno por hacer esto?, en caso contrario, si hace berrinches porque su hermanito usa sus juguetes, ¿es un niño malo?
En realidad, el evento de compartir o no sus juguetes, no tiene nada que ver con lo bueno o malo que el niño pudiera ser. El evento no tiene ningún significado propio o intrínseco.
El niño, es el que recibe o interpreta que es un niño malo o bueno y esta creencia puede evolucionar, hasta el punto de que llegue a creer que ‘cuando deja que su hermana use sus juguetes, es un niño bueno’.
Claro, que si todas las creencias o interpretaciones que se reciben cuando niños fueran tan simples como este ejemplo, quizá no estaríamos leyendo este tema.
Por ejemplo: No soy importante. Detrás de esta creencia, puede estar una conducta que aparentemente es muy exitosa, es decir, esta persona, busca ser reconocida, ser el primero en llegar, el primero en hablar, etc., debido a que en el fondo ‘cree’ que no es importante y, por lo tanto, actúa contrarrestando esta creencia.
O, sólo soy importante cuando me destaco o sobresalgo. Por lo tanto, si no sobresalgo o me destaco, no soy importante. De esta forma, una persona puede vivir toda la vida persiguiendo ocupar lugares prominentes, a fin de confirmar la creencia: Sólo soy importante cuando me destaco.
Las creencias se forman a partir de incidentes o eventos. Un evento puede dar origen a varias creencias, y lo que hacemos después es buscar la forma de validar esas creencias o interpretaciones.
Este es sólo el primero de los pasos necesarios, a fin de poder eliminar creencias limitantes y he dedicado todo un boletín, porque considero que si no tienes claro o no descubres que creencia esta limitándote, es muy poco probable que puedan servirte los otros pasos que son mucho más sencillos.
Te invito a pensar en cuál es alguna creencia limitante en tu vida, todos las tenemos, y una forma de darte cuenta de ella, es prestando atención a tus sentimientos cuando las pronuncias.
Ejemplo: Si pronuncias en vos alta «No soy atractivo/a» y notas que tus emociones lo aceptan, significa que esta creencia hace resonancia en tu vida. Pronuncia la creencia contraria: «Yo soy atractivo/a» y si la sientes extraña o incómoda, no queda duda que tus emociones están alineadas con la primera creencia.
Otro ejemplo: «No soy bueno para las matemáticas» o simplemente «yo no soy suficientemente bueno para…..»
Es muy interesante notar que con sólo hacer el trabajo de localizar e identificar bien la creencia, muchas veces esta pierde poder sobre nosotros; es como que hubiera estado trabajando a escondidas y con solo traerla a la superficie se comienza a desvanecer.
Con todo respeto y afecto.
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