Venezuela uno de los países de Suramérica con peor alimentación

 “Con la frase ´sembrar el petróleo´

se pretendió hacer evidente la urgencia
 de crear sólidamente en Venezuela

una economía reproductiva y progresiva”.
 A. Uslar P. 1936

En 1936, el Dr. Arturo Uslar Pietri además de proclamar lo expresado en el pensamiento introductor a este texto, también manifestó lo siguiente: “Urge aprovechar la riqueza transitoria de la actual economía destructiva para crear las bases sanas y amplias y coordinadas de una futura economía progresiva que será nuestra verdadera acta de independencia”. 

Desde ese entonces, ningún gobierno o dictadura tomó en cuenta esas reflexiones tan importantes de quien fue un gran intelectual venezolano: modelo a emular. 

Las cifras y comentarios que se expresan en los párrafos siguientes reflejan la gran crisis que tiene el país actualmente en el sector agroalimentario. 

El índice “Lo suficientemente bueno para comer” de la “OXFAM” (sigla derivada de la denominación -en inglés- del “Comité de Oxford Para el Alivio del Hambre”) coloca a Venezuela y a Bolivia -naciones donde impera el socialismo del SXXI- como los países de Suramérica con peor alimentación (por exceso y por deficiencia de la misma). Ambas naciones están empatadas en el lugar 71 de un ranking que incluye a 125 países y que es liderado por Holanda, Francia y Suiza. 

Este estudio tomó en cuenta las cuatro principales preocupaciones para los consumidores de todo el planeta, según OXFAM. El primer aspecto que se considera para elaborar el índice es si las personas tienen suficiente para comer, lo cual se mide por los porcentajes de desnutrición y de niños con bajo peso -habiéndose utilizado para el caso de Venezuela el estudio realizado por el Instituto Nacional de Nutrición (INN), en el cual analizaron los casos de 10.000 niños y niñas del país, con edades comprendidas entre 5 a 16 años. 

El mismo revela que entre 20 y 22% sufría de sobrepeso/obesidad y entre 14 a 16% de desnutrición-; el segundo aspecto considerado es la asequibilidad, evaluada por el costo de la comida en comparación con otros bienes y servicios y la volatilidad de los precios -el costo de la canasta básica familiar aumentó 76% entre julio 2013 y julio 2014, mientras que la inflación anualizada de este lapso ascendió a 63,4% (el costo de los alimentos acá es superado sólo por 12 naciones africanas e Irán, duplicando el promedio de nuestro subcontinente) y esto puede explicar por qué la asequibilidad venezolana a la comida está en el último lugar de Suramérica, entre las peores del mundo-; el tercer aspecto estudiado es la calidad de la alimentación, vinculada con la variedad de la dieta y el acceso de la población al agua potable. 

En el país, el creciente proceso de contaminación de aguas intensifica la escasez y la calidad de dicho recurso (ahora hay cryptosporidiasis e isoosporiasis en humanos, enfermedades que sólo eran de aves y otros mamíferos).

Lo mismo sucede en salud alimentaria: 42% de los venezolanos son obesos según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo cual coloca al país en el primer puesto de Suramérica y noveno en el mundo, por detrás de Kuwait, Arabia Saudita, Estados Unidos, Egipto, República Checa, México, Suráfrica y Fiji. 

El hecho de ser un país dependiente económica y primordialmente de la renta petrolera, ha ocasionado que en Venezuela -en los últimos años- se hayan descuidado otros sectores no menos importantes, como lo es el sector agroalimentario. En el país, se enfrenta una crisis en dicho sector que se ha evidenciado en el desabastecimiento de buena parte de los alimentos de la cesta básica -los niveles actuales de escasez de productos de la cesta básica sobrepasa un 43 por ciento-. Los expertos definen como históricos los porcentajes acá citados. Las importaciones agroalimentarias han aumentado en más de 300%. 

El gobierno nacional es el único que tiene en sus manos sacar al país de estos altos porcentajes de escasez y de reactivar el sector agroalimentario (lo cual ha de hacerse sincronizadamente con los productores, pues aisladamente es un imposible) o -de lo contrario- la población seguirá comprando más de 55% de los alimentos a los llamados buhoneros, porque son quienes pueden facilitar el producto, pero a precios elevadísimos. 

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