Esta fecha histórica que tradicionalmente conmemoramos cada año, ha sido la oportunidad ritual de plantear exigencias de mayores salarios, pasivos laborales, contratos colectivos, debiendo servir en esta ocasión para abrir una pausa y desarrollar un crudo debate sobre la realidad de nuestras instituciones laborales, construidas desde la 3ra. década del siglo pasado para ser hoy en su esencia amenazadas de extinción definitiva.
Por tanto, debemos reconocer que si ha habido algún éxito en las políticas laborales estatales de estos 15 años, ha sido lograr envilecer el Sistema de Relaciones de Trabajo (SRT) en nuestro país y que una gran parte de la conciencia trabajadora acepte como natural, que no se le haga huelga al patrono-Estado ungido por la revolución; o que sindicatos bolivarianos convoquen a conformar milicias obreras que, a la postre, repriman la protesta laboral; o que el principal deber del trabajador no es la conquista del trabajo digno, sino la asistencia al acto oficialista para mantener el puesto de trabajo; o delatar al compañero de trabajo que no sea afecto al “socialismo del siglo XXI”, para que sea despedido; o no trabajar la semana completa, ya que por Ley tengo estabilidad absoluta y nadie me despide.
En este orden de ideas, celebrar que las empresas privadas con fuentes de trabajo estables deben ser estatizadas, así luego al término de 2 o 3 años de gestión oficialista cierren por mala gerencia y corrupción; o difundir la versión que las 400 muertes por sicariato sindical son producto del hampa y no tiene como raíz el tema del empleo; o en medio del jolgorio de “así es que se gobierna”, festejar que hayan sido apresados sus compañeros sindicalistas por dirigir huelgas.
En medio de esta orgía del poder, calificar como justicia los desmanes de las Inspectorías del Trabajo y del Insapsel, quienes utilizan en muchos casos la solvencia laboral y el DLOTTT como una alcabala de los comisarios del partido donde se aplica la ley del embudo; para el sector privado sanciones de todo género y para el sector público la permisividad absoluta en las violaciones de derechos laborales. Este cuadro dantesco es extensible al Poder Judicial, cuyas sentencias laborales contiene un curso regresivo de las conquistas alcanzadas.
En resumidas palabras: Estas prácticas desenmascaran la intención del Estado Comunal, de convertir a los sindicatos en instituciones de utilidad pública sujetos de control del Estado, políticas por cierto afectas e inspiradas en el fascismo franquista y del Duce Mussolini.
En definitiva, ante esta barbarie antilaboral, quien sale perdiendo es precisamente la masa laboral, ya que patronos inescrupulosos -tanto privados como públicos, oficialistas y opositores-, se aprovechan de la impunidad de un viciado SRT y violentan los derechos laborales, resumido en la cruel realidad que ni tu salario, ni tu pensión o jubilación te alcanzan para una vida decente, echando al cesto de la basura la progresividad laboral consagrada en la CRBV.
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