El factor humano y la productividad organizacional

A pesar de los diferentes discursos, en todas las expresiones de los dueños y gerentes generales de las organizaciones en referencia a que la gente es el recurso más importante de su empresa, pero -a la luz de los hechos y realidades- es al que menor importancia se le da.

Se hace necesario e indispensable que los responsables de la gestión del factor humano en las empresas establezcan mecanismos idóneos que puedan justipreciar la actuación de los trabajadores, tendente a reconocer un desempeño sobresaliente, en donde uno de los componentes de esta evaluación es poder valorizar las competencias puestas de manifiesto por los miembros de la estructura informal.

A pesar que este término «competencias» es utilizado por los gerentes de recursos humanos como un significante nuevo. Dicho término es antiquísimo, por cuanto el mismo tiene dos acepciones: competer y competir, las cuales vienen del verbo latino competere, que significa ir una cosa al encuentro de otra, encontrarse, coincidir.

Mientras que a partir del siglo XV, competer adquiere el significado de pertenecer a, incumbir, corresponder a. De esta forma adquiere el sustantivo competencia y el adjetivo competente, cuyo significado es apto o adecuado, dando lugar a los otros sustantivos siguientes: competición competencia, competidor, competitividad y competitivo. Estas realidades determinan que el término competencias cada vez aparece más en el discurso cotidiano y su uso se hace con múltiples significaciones.

Esta diversidad de definiciones se construyen sobre que éstas también están determinadas por la condición de cómo se enfocan los aspectos tangibles e intangibles relacionados con ellas y es precisamente lo que indica que es un concepto altamente polisémico, que dificulta la real evaluación de las mismas.

Por las ideas antes expuestas, si la organización desea que el personal desempeñe un trabajo con altos niveles de calidad y se incremente considerablemente la productividad, se hace necesario que los responsables del factor humano en las empresas mejoren sus conocimientos en cuanto a los procesos de evaluar las competencias en función de los resultados obtenidos.

Y, este aprendizaje es imprescindible, porque todas las organizaciones cuentan con el elemento más valioso que se tiene en la actualidad que es: ¡la gente! Y, hablar de este tópico es muy complejo, escabroso; pero no deja de ser retador.

Las personas que ocupan cargos de lideranza en las organizaciones tienen la responsabilidad de aprender administrar mentes -antes administraban gentes-, es decir gestionar exitosamente la inteligencia emocional; ya que de la administración exitosa de esta variable tan difícil e importante, depende la productividad, en consecuencia deben conducirlos de la mejor manera posible, siguiendo siempre las normas establecidas por la empresa, motivarlos y sobre todo enseñarles cómo deben hacer las cosas de la mejor manera.

No se puede incrementar la productividad de la gente si no están satisfechas las necesidades intrínsecas individuales y esto reclama -de parte de los diferentes jefes- un mejor conocimiento como «persona», de sus más cercanos colaboradores, acompañada esta acción con un buen programa de capacitación y desarrollo adecuado a las exigencias a su área según el trabajo que cada una desempeña en la actualidad y sus posibilidades de ascenso dentro de la organización, sin olvidarse de los elementos motivacionales no-satisfactorio, como es el aspecto económico.

Por otra parte, uno de los factores que contribuye eficazmente al incremento de la productividad es el conocimiento que debe tener el trabajador acerca de los beneficios y perjuicios que puedan devenir durante su estancia en la empresa; además, debe tener conocimiento de cómo se evalúa el factor humano, con la finalidad de brindarle un horizonte que contribuya con el crecimiento dentro de la misma.

Los investigadores de la Universidad de Harvard, F. Barber y R. Strack; especialistas en «Empresas de Personas» en referencia a estos nuevos escenarios organizacionales, afirman lo siguiente: «No es un secreto que el éxito en los negocios gira hoy en torno a las personas y no al capital. Muchos fabricantes tradicionales son ahora esencialmente empresas de servicios».

Esta nueva modalidad de «Empresas de Personas» debe estar orientada de la siguiente manera: 1º) generar motivaciones que eleven la moral de la gente; 2º) mejorar los procesos de análisis y/o evaluación del rendimiento; 3º) consolidar programas de capacitación y desarrollo; y 4º) incrementar la calidad de vida en el trabajo.

Esta nueva visión organizacional, reclaman de los líderes, la obligatoriedad de estar conscientes que las empresas existen para que los miembros alcancen objetivos personales que no podrían lograr de manera aislada, debido a las limitaciones individuales y que es el factor humano quien planifica, organiza, dirige y controla estas instituciones para que funcionen y operen con altos índices de productividad.

Es decir, es el factor humano el que contribuye a alcanzar el éxito, la prosperidad y la sobrevivencia de las organizaciones. Desde este punto de vista, la organización es un sistema cooperativo racional y es necesario conocer qué motivos llevan a los trabajadores a cooperar. Éstos están dispuestos a cooperar -y por supuesto a incrementar los niveles de productividad- siempre y cuando sus actividades dentro de la organización contribuyan directamente al logro de sus propios objetivos personales. La otra realidad es que si existe desmotivación del personal, por cualquier causa; la empresa comienza a perder su competitividad y a mediano o largo tiempo pueden desaparecer.

Tanto en las micros, pequeñas, medianas y grandes empresas productoras o de servicios necesitan y utilizan el factor humano; por lo tanto deben tener una buena planificación para entenderlo y satisfacerlos razonablemente, para garantizar el mejor índice de productividad para la empresa.

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