Si ha habido una constante durante esta gestión, en los cuatro puntos cardinales de nuestro territorio nacional, ha sido la permanente movilización de los trabajadores por lograr un mejor nivel de vida, sobre todo al apretar la inflación y sentir cómo se aleja cada vez más la canasta alimentaria y la básica de bienes y servicios.
Esta actitud permanente de defender la condición de vida la han ejercido por décadas, a tal punto que en los mejores momentos de prestigio del Comandante eterno, los trabajadores y sus sindicatos ejercieron el derecho a la protesta, a pesar de haberse propiciado desde el Estado, un discurso condicionado al “Con hambre y desempleo con Chávez me resteo”.
Esta respuesta laboral se ha desarrollado en medio de un contexto de confusiones y debilidades, la fundamental hoy, es que los trabajadores venezolanos no poseen una central sindical autónoma poderosa que los represente, producto de la política estatal de fragmentar en micro sindicatos la fuerza obrera; por tanto, los miles de conflictos se desenvuelven al detal sin conexión alguna, ni siquiera a nivel regional, perdiendo la fuerza característica de la acción sindical.
La otra limitación que contribuye a la división de los trabajadores, ha sido la ideologización de la relación laboral; para el sector público, la vocería oficialista difunde la matriz de opinión que: “a la revolución no se le debe hacer huelgas, ya que es contrarrevolucionario”, “el trabajador debe avanzar en su conciencia política y desplazar lo reivindicativo”. Para el sector privado, se induce al sindicalismo a pertenecer al PUSV y utilizar al MINTRA como punta de lanza del Estado en contra del empresario en las relaciones de trabajo, alianza contranatura que le ha costado la existencia a más de un sindicato en este país.
En realidad, este entorno de dificultades no ha impedido que la conflictividad laboral continúe, incluso en este año 2014, donde ha surgido un nuevo actor: los estudiantes, los trabajadores de la Cancillería ex subalternos del Presidente, manifiestan su exigencia de cumplimiento del contrato colectivo vencido desde 2009; igualmente los trabajadores de SIDOR han radicalizado sus protestas ante un contrato vencido desde 2010; los de la Polar Carabobo exigen divisas en defensa de sus empleos; los trabajadores del Cemento mantienen igual exigencia y el respeto a la estabilidad de sindicalistas despedidos; los trabajadores del sector Salud se mantienen en expectativa de conflicto nacional, al igual que los trabajadores petroleros, quienes observan una actitud característica del Gobierno “0brero”, cuando aprueba los convenios, no los cumple a cabalidad.
Mención especial merece el Contrato Marco de la Administración Pública Nacional, al anunciarse un aumento de 40% para obreros y funcionarios, sin firmar aun el nuevo contrato, ni reconocer los 9 años de retraso en este sector que agrupa a más de 2.000.000 de trabajadores. Como vemos muy lejos está el gobierno del presidente obrero de resolver la aguda conflictividad laboral existente en Venezuela.
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