En la medida que nos comprometemos en indagar la manera en como podemos identificarnos con nuestra paz, es necesario adentrarnos en nuestro yo interno, ahondar en lo que este encierra en relación al manejo de nuestras emociones, sentimientos, determinar la esencia de ello y descubrir que en la media que nos identificamos con todos aquellos estímulos que afianzan virtud, descubriremos que estos generan tranquilidad, serenidad, esa paz que tanto se anhela, que está en nosotros, simplemente hay que adentrarse en su alcance, de lo que es capaz de propiciarnos.
Muchos avatares, guías que se han compenetrado con su yo interno, nos invitan a que estemos atentos en la manera como nos identificamos con su sabiduría, ese legado de conocimientos que ya traemos, producto de otro viaje que hemos realizado en otras oportunidades por este plano.
Simplemente, es proponernos a indagar en nosotros mismos, determinar nuestro potencial divino que, al identificarse con lo humano, nos proporcionan los lineamientos capaces para saber aprovechar esta vida, mientras se nos permite estar en pro de nuestro crecimiento espiritual.
Actualmente Mahariji Prem Rawat nos recuerda, que «La paz que buscamos está en nosotros esperando a que la sintamos y yo puedo ayudar a las personas a descubrirla”.
Comenta sobre las cosas cotidianas de la vida, sobre el diario vivir en donde constantemente estamos sometidos a pruebas, originadas por esos estímulos externos del entorno en donde nos desenvolvemos y que nos conllevan a sentirnos bien o mal, tranquilos o agitados, dependiendo de nuestras emociones, del desarrollo de ese nivel de conciencia que hemos ya desarrollado.
Nos invita a detenernos a indagar, si realmente nos hemos identificado con nuestra misión, el saber aprovechar el tiempo que se nos ha dado de permanecer en esta dimensión y saberlo aprovechar, de ahí, que no nos sorprende que señale, por ejemplo, tomar en cuenta que la tristeza sigue siendo tristeza. La alegría sigue siendo alegría y la paz sigue siendo paz. El deseo, la necesidad de sentir alegría en esta vida, es fundamental para todos los seres humanos sin excepción.
La gente ha estado probando fórmulas desde tiempo inmemorial. Pruébenlo todo, digo yo. Ciertamente, cualquier idea que sirva para conseguir la paz es positiva. Pero no podemos olvidarnos, en medio de todas esas soluciones, de la simple necesidad que todos tenemos de sentirnos satisfechos.
Ha hablado en varias oportunidades sobre sencilla premisa de que estamos vivos. Al respecto indica, que esa afirmación debería significarlo todo para nosotros: “Estoy vivo”. En tan sólo unos momentos, las vidas de las personas sentadas en un avión que afrontaba serios problemas, pasaron de la rutina a la incertidumbre. A más de uno le subió la tensión arterial. Y luego, cuando se enteraron de que todo volvía a ir bien, seguro que la frase “todo va bien” tenía mucho más sentido que antes del incidente.
Así somos, muy vulnerables, pero no lo reconocemos. No lo comprendemos, porque en nuestra vida cotidiana lo importante son otras cosas, no nuestra realidad fundamental como seres humanos, que es: “Estoy vivo; existo”.
Siempre tenemos la posibilidad en nuestras vidas de sentirnos plenos, de sentir paz en nuestro interior y no sólo de vivir inmersos en la rutina. Cuando una persona siente paz en su vida, la felicidad no está lejos.
En una conferencia en la Universidad de Oxford señaló: La idea de la paz no es nada nuevo. Llevo hablando de la paz desde que era niño, porque sé que existe otro aspecto de la paz. Hay un aspecto idílico de la paz, una escena en la que nadie lucha contra nadie. Pero existe otro aspecto que no tiene que ver con las fronteras, ni con la obediencia, ni con los deseos. Es el aspecto de la paz que reside en el corazón de cada ser humano.
Ésa es la posibilidad, la realidad que algunos han vislumbrado desde siempre: “Conócete a ti mismo”. La fuente de la alegría, de la paz que estás buscando, existe dentro de ti. Tienes las herramientas necesarias para satisfacer las aspiraciones de tu corazón, independientemente de las circunstancias externas.
¿Estás en paz? ¿Vives satisfecho, no porque lo piensas, sino porque lo sientes? La paz no puede ser el resultado de una fórmula: “Estoy satisfecho porque he hecho esto y aquello, y por tanto, todo es perfecto”. Tiene que ser real.
Mi mensaje no tiene que ver con ninguna religión. Mi mensaje tiene que ver con ponerte en contacto con tu propio corazón, con entender el valor de tu existencia. Se trata de atender, en vez de ocultar, las necesidades fundamentales que tienes como ser humano, unas necesidades que son las mismas para todos.
En el 60° aniversario de Naciones Unidas comentó: La paz es un sentimiento, un sentimiento en el que no hay dualidad, alejado de toda duda, el sentimiento de mi propio ser. Es comenzar a vivir contando con lo que tengo, no con lo que me falta. Todavía no hemos inventado ninguna regla, ninguna escala para medir lo que ya tenemos. Nos hemos empleado a fondo en calcular lo que nos falta. Todos lo hacemos. Pero si reflexionamos un poco, ¿qué es lo que ya tenemos?¿cómo son los seres humanos? Aunque lo expresen en idiomas diferentes, ¿qué es lo que quieren todos? Lo sorprendente es que, a pesar de nuestras diferencias, hay un deseo que todos compartimos. Hemos aprendido a ver lo que nos diferencia. Algunos incluso sostienen que la diferencia es buena, y estoy de acuerdo. Pero en medio de todas las diferencias, fíjate en el parecido, fíjate en el anhelo de paz que tiene cada persona.
El anhelo de paz trasciende todas las barreras. Quienes están encarcelados desean la paz, quienes no tienen comida desean la paz, quienes viven en enormes mansiones desean la paz. La paz no sabe de edades. El anhelo, la necesidad, no saben de edades, ni de niveles culturales, ni de estratos sociales. Una necesidad es una necesidad, y punto.
Definitivamente, es hora de detenernos en indagar cuánto nos conocemos, nos hemos identificado con la paz, cómo garantizamos su estabilidad, su manifestación, de qué tanto nos conocemos, si realmente hemos dado paso a que nuestro yo interno nos manifieste su luz y nos evite transitar por sombras, por sendas que no son las correctas. A nosotros nos corresponde cultivar la paz, evitar que nada la altere; para ello, es importante sorprendernos cómo debemos saber aprovechar la oportunidad de vivir y optimizar resultados que nos favorezcan en nuestro crecimiento.
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