Se suele confundir la introversión con la ansiedad social o la timidez, pero no son lo mismo.
¿Te gusta estar solo algunas veces y la gente asume que eres tímido?
¿Piensas mucho antes de hablar y tus colegas creen que eres inseguro? Si rechazas una invitación a una fiesta, ¿tus amigos opinan que eres «raro»?
Tal vez la razón sea que tu personalidad se inclina hacia la introversión, que es algo distinto a la timidez. Aunque hay gente que suele confundir ambas cosas y pensar que son sinónimos.
Pero no es así.
Tiempo de soledad
Más que del mundo exterior, un introvertido «obtiene energía de las ideas, imágenes y recuerdos que están en su mundo interior», según la clasificación Myers-Briggs, basada en las enseñanzas del psiquiatra suizo Carl Jung y una de las más populares para determinar el tipo de personalidad.
Los introvertidos pueden parecer reservados y reflexivos, o dar la impresión de que actúan lentamente, de acuerdo a esta tipología. Disfrutan estando y haciendo cosas solos, como leer, por ejemplo.
Jenn Granneman, autora del libro «La vida secreta de los introvertidos» y fundadora de la comunidad digital Introvert, Dear, comparte una idea parecida sobre la introversión.
«Es la preferencia por ambientes tranquilos, mínimamente estimulantes», le dice a BBC Mundo.
Los cerebros de los introvertidos no están «cableados» para obtener la recompensa que reciben los extrovertidos al interactuar con la gente, explica Granneman.
«Estas personas son más sensibles a la dopamina, el neurotransmisor del ‘bienestar’», asegura, por lo que «muchas situaciones sociales o entornos altamente estimulantes pueden ser agotadores mental o físicamente para un introvertido».
Laurie Helgoe, autora de «El poder de la introversión: por qué tu vida interior es tu fuerza oculta», le explica a BBC Mundo que a los introvertidos les gusta pensar antes de responder.
Como resultado, «las interacciones en las que hay espacio para reflexionar pueden ser muy placenteras para ellos», añade la psicóloga. «Mientras que las conversaciones entre extrovertidos pueden ser como partidos de tenis».
Entonces, como dice Granneman, «muchas» interacciones sociales resultan extenuantes, pero no todas.
Los introvertidos no suelen sentir que tienen problemas si no tienen planes para salir y deben quedarse en casa.
Los introvertidos no son «asociales». Pueden socializar y lo hacen, solo que de manera diferente a la de los extrovertidos.
«Valoran las relaciones profundas y significativas, les encanta conectarse de manera auténtica y compartir sus ideas en un grupo pequeño o en una conversación de a dos», piensa Granneman.
Angustia
La timidez, en cambio, explica esta misma autora, «es el miedo a que la gente nos juzgue negativamente», en prácticamente cualquier situación social.
«Los tímidos se sienten bastante incómodos y angustiados en las interacciones sociales, especialmente con personas que no conocen muy bien», sostiene.
«La timidez está enraizada en el miedo, mientras que la introversión es simplemente una preferencia, y no implica intrínsecamente nerviosismo o ansiedad», aclara.
«Por ejemplo, una persona tímida puede evitar un evento de para entablar relaciones profesionales porque le estresa mucho la idea de conocer gente nueva (aunque en realidad sí quiera ir)», opina Granneman. «Sin embargo, un introvertido podría esquivar el mismo evento porque prefiere simplemente relajarse en casa».
La especialista indica que «tanto los introvertidos como los extrovertidos pueden experimentar timidez».
Entonces, ¿por qué hay gente que cree que la introversión y la timidez son lo mismo?
Confusión
Granneman reconoce que «tanto los introvertidos como los tímidos evitan la interacción social», pero por razones diferentes.
Los primeros porque puede agotarlos; y los segundos, porque les causa angustia.
Tal vez, lo que sucede es que la timidez es más común en los introvertidos.
Granneman se pregunta «si tiene que ver con los mensajes que los introvertidos reciben de la sociedad, que prefiere las personalidades extrovertidas».
«Se les hace creer que hay algo mal con ellos, que son ‘muy callados’, que deberían ‘salir más de sí mismos’ y que es malo pasar tiempo a solas en lugar de salir un viernes por la noche», dice.
Los introvertidos disfrutan compartir sus ideas en grupos pequeños o conversaciones de a dos.
«Pueden sentirse mal por pensar demasiado, por necesitar más tiempo para reflexionar, por (ver las cosas) en profundidad y vivir una vida más tranquila y de ritmo más lento», lamenta.
«No me sorprende que algunos introvertidos teman ser juzgados negativamente o se pongan nerviosos, lo que podría llevar a la timidez», agrega.
O a pensar que los introvertidos deben cambiar o «superar» su personalidad. Pero, ¿es así?
Fortalezas
No. Ser introvertido no significa necesariamente carecer de habilidades sociales.
De hecho, la falta de estas habilidades no depende necesariamente del tipo de personalidad.
Tanto los introvertidos como los extrovertidos pueden carecer de estas aptitudes, declara Granneman.
«Por ejemplo, todos conocemos a algún extrovertido que no se da cuenta cuando le mandamos señales de que queremos terminar una conversación», comenta la autora.
De hecho, la especialista cuenta que conoce a muchos introvertidos con fuertes capacidades sociales y que suelen pasar por extrovertidos.
La psicóloga Laurie Helgoe aclara que hay muchas habilidades sociales que vienen con la introversión: «la capacidad de escuchar a la gente, la comodidad con el silencio y con la soledad, que creo que pueden permitir más intimidad en una conversación».
Por lo tanto, Granneman afirma que «la introversión no es una enfermedad que necesita ser curada, ni algo averiado que reparar y que tampoco habría razón para hacerlo».
Al contrario, muchos expertos creen que la introversión es algo con lo que una persona «nace», por lo que Granneman concluye que la extroversión no es la única forma «correcta» de ser.
Por: Pierina Pighi Bel de BBC News Mundo