Visualizar y lograr que otros visualicen: para que respondan y se unan.

En La Biblia se cita respecto de cuando Juan, el Bautista, estaba con dos discípulos y les presentó a Jesús diciéndoles: –“Éste es el Cordero de Dios”, y que ellos siguieron a este último, quien -al verse seguido- les indagó: –“¿Qué buscan?”, y éstos dijeron: –“¿Dónde vives, Rabí (maestro)?”, y Él les manifestó: –“Vengan a ver”, y vieron donde vivía, quedándose con él… (Jn 1, 35-42). ¿Cómo aplicar esto en el contexto organizacional?

Las sagradas escrituras están llenas de imágenes literarias (metáforas, etc), dando así cabida a la necesidad de hacer interpretaciones y lo citado no tiene porqué ser la excepción de la norma, siendo pertinente una aclaratoria que -sin irrespetar- facilite la comprensión de lo que se desea comunicar desde la óptica gerencial y para ello conviene que quien lee estas líneas se entregue abierta y confiadamente al efecto mágico de las palabras, siendo bueno anticipar que lo escrito pueden resultar un enredo difícil de entender; especialmente, por quien no esté habituado a cultivar su vida interior.

¿A qué se referían los discípulos cuando le preguntaron:¿“Dónde vives”?; acaso, ¿a la casa de habitación del Rabí? Para responder, han de revisarse dos consideraciones: primero, que Cristo fue nómada (errante, peregrino) durante su vida pública y por eso decía: –“Las zorras tienen guarida; las aves, nidos; mas el Hijo de Hombre no tiene dónde recostar su cabeza” (Mt 8: 20); y segundo, que Él le dijo a Pilatos que su reino no es de este mundo (Jn 18: 36), sino de arriba (Jn 8: 23) y por esa idea -¿“obsesiva”?, de la cual tanto decía- se llegó a pensar que era un loco, siendo oportuno relacionar que muchos de los que son tomados por “locos” son catalogados así porque “viven” en su “locura”, en su obsesión (en tanto que idea fija que se apodera del espíritu, independientemente de la voluntad, a la cual se vuelve sin cesar); es decir: viven en su creación, eso que es idéntico al futuro deseable formulado por un líder y que -al ser profetizado- puede ser tomado como utopía por los que lo acogen como inválido o irrealizable, pero que puede ser aceptado como “eutopía” (el sitio, sistema o plan deseable por ser “bueno”) por los seguidores que comparten lo imaginado y hasta llegan a entregar su energía y empeño para cristalizarlo.

Ante lo anterior, parece provechoso considerar que la mayoría de las veces Jesús hablaba respecto de lo que está más allá de lo estrictamente material, lo cual puede llevar a admitir que los discípulos podrían estarle preguntando no sobre su habitáculo de residencia, sino… ¿cuál es tu escenario, dónde tiene sentido y coherencia lo que haces con lo que dices? (haciendo alusión al contexto de la abstracción imaginaria donde hallaban vida las ideas que él expresaba), pues… la gente vive donde la vida tiene sentido; es decir, donde pueda desarrollar una actividad trascendente, porque la ausencia de significado puede equivaler a la falta de existencia, a la carencia de vida; en otras palabras, podría admitirse que lo que querían saber era acerca de la escenografía donde él ocupaba su puesto como personaje, ese ámbito donde se pone lo mejor de sí para lograr lo anhelado; por ende, lo indagado podría tomarse como ¿dónde hallas vida?, porque una manera de morir en vida es la soledad, ésa donde ocurre la inactividad, la parálisis, la rigidez cadavérica, la muerte, porque… no se dan las condiciones para vivir… donde no es posible cristalizar lo visualizado, lo creado.

Para facilitar el entendimiento de lo expresado se requiere confesar que la soledad a la cual se alude en el párrafo anterior es aquélla tan amarga en la que existe la vacuidad plena, ésa donde hay un vacío de todo y que surge cuando la escenografía desaparece y no hay ámbito para ser ni para representar, ese contexto donde nadie te necesita ni te sirve (incluso: ni tu mismo) ni te habrán de buscar, donde esa esterilidad no permite que se dé la vida, siendo bueno tener presente que el humano (obviamente, con la excepción en la que caen quienes por ello confirman la validez de la regla) solamente vive -¡vive!- en el contexto de sus concepciones y significados: si piensas que tu escenario de actuación está mal, lo sentirás así y así es o será, pero si piensas que está bien, así lo percibirás y así es o será, pues dependiendo de esa “realidad”… cada cual busca y halla su verdad a su manera e intenta hacer lo que le hace sentirse bien y “realizado”: el punto donde se vive (porque hay congruencia entre lo que se piensa y lo que se hace)… porque es allí donde se puede hacer, donde se puede vivir.

Entonces, “¿Dónde vives?”, ¿dónde dices que estás bien (una definición de la cual se podría deducir dónde estás mal y no vives, sino mueres)?, ¿dónde creas, haces y compartes, pues… si lo que hay es aquella soledad tan amarga no hay qué crear, ni hacer, ni con quién compartir ni para qué, y… acá es donde una afirmación maravillosa adquiere su verdadero valor y significado: ¡compartir es vivir!

Expuesta la explicación ofrecida y si ésta ha sido aceptada por quien la lee, se puede pasar a las otras consideraciones e interpretaciones que se hacen necesarias respecto de cuando Él les preguntó “¿Qué buscan?” al percatarse de que era seguido, para luego decirles “Vengan a ver” y vieron donde vivía, quedándose con él….

Ahora bien, si su reino -el ámbito en el cual vivía- no es de aquí, ¿qué les mostró para que aquéllos decidieran quedarse luego de haber visto? Para intentar una buena aproximación a lo buscado, empecemos por aceptar que Cristo ha sido y es catalogado por muchos como el líder más grande que ha existido (su organización, el cristianismo, tiene más de 2000 años de existencia y crece cada día más) y que para que alguien pueda ser catalogado como líder (conductor, guía) lo primero que debe tener son seguidores y ha de compartir con ellos sus ideas, sus creencias, sus visiones: debe ser un pensador, un idealizador, un visionario, y… debe ser también un excelente comunicador y educador fuera de serie, pues… si no es así, ¿qué puede mostrar?

Todo buen líder ha de lograr que en la interioridad de quienes le escuchan decir y le miran actuar pueda aparecer la imagen del contexto en el cual hallan vida las ideas que nacen en su mente y en su corazón: su creación, la causa de su obsesión, su “eutopía”. Si no logra que ellos visualicen los modelos o mapas y paradigmas que él ofrece, ¿como alcanzar que respondan a sus proposiciones, cómo alcanzar que se le unan, involucrándose y comprometiéndose, y como hacer que se queden con él? Para hacer posible lo anterior, el líder ha de dar la oportunidad de que otros sepan dónde está y adónde quiere estar (lo que quiere lograr); para eso, ha de mostrarlo y para ello ha de valerse de todos los medios y tecnologías disponibles que le permitan compartir lo propio en pro de que otros puedan ver el modelo o marco de referencia conceptual en donde se señorean sus creaciones intelectuales y su futuro deseable: allí donde se monta tanto la cultura formulada como la praxis anhelada.