En esta oportunidad nos adentramos en evaluar el rol del administrador ante el tan vapuleado sector empresarial, quien necesita de un profesional de la administración avalado de conocimientos gerenciales modernos, visionario, estratega, proactivo, habilidoso, con destrezas, experiencia en el manejo de las herramientas de la ciencia administrativa, actitudes de cambios que sean capaces de enfrentar las variable macroeconómicas y la agresiva competencia internacional. Para ello, hemos considerado las inquietudes, en primer lugar, de Paúl Watzlawick que señala: “Las discrepancias en la interpretación de los eventos vividos conjuntamente con otras personas son la raíz de muchos de los conflictos de la interacción humana, y la siempre presente ceguera con respecto a la interpretación de los demás, acoplada con la ingenua convicción de que la realidad es la forma en que Yo veo esos avances, casi inevitablemente conducen a las mutuas acusaciones de maldad y de locura”.
En segundo lugar, lo señalado por el filósofo chino Chavang Tza (siglo IV a. de C.), cuando especifica: “Oí a mi maestro decir que quien utiliza las máquinas hace todo su trabajo como una máquina. El que hace su trabajo como una máquina convierte su corazón en una máquina y el que tiene su corazón como una máquina en el pecho, pierde su naturalidad. El que ha perdido su naturalidad es poco seguro que luche por mantener su personalidad. No mantener la lucha por la personalidad es algo que no está de acuerdo con mi sentido de honestidad. Eso es lo que se de las máquinas. Me avergonzaría de usarlas”.
En tercer lugar, Isemberg destaca ante la realidad del presente, que “los gerentes pueden usar la intuición para eludir un análisis en profundidad y actuar como máxima velocidad para encontrar una solución aceptable”. Además, llega a la conclusión que “la intuición no es opuesta a la racionalidad” y que “tampoco se trata de un proceso aleatorio de adivinanza. En realidad está basado en una extensa experiencia, tanto en análisis como en solución de problemas, y en implementación, y en la medida en que las elecciones de la experiencia sean lógicas y bien fundada, entonces así será la intuición”.
Lo cierto, que además de las inquietudes señaladas, nuestra experiencia tanto en pregrado, dentro de la cátedra de Problemática de la Administración Venezolana, como en la actualidad, en Tópicos Gerenciales en Postgrado, dentro del programa de la especialidad de Gerencia de la Calidad y Productividad de la Universidad de Carabobo, nos indica, que es necesario rediseñar el perfil actual del administrador, considerando las características del escenario nacional así como el internacional, a fin de proporcionar los conocimientos requeridos y enfrentar los retos, sabiendo aprovechar las oportunidades, generando los cambios necesarios que el sector empresarial necesita para desenvolverse exitosamente, dentro de una competitividad muy dinámica que el presente demanda.
Consideramos muy importante, que las escuelas de Administración, aún en los postgrados comprometidos en la formación de profesionales, que se adentren en la ciencia administrativa, tomen en consideración, en pro del rol del administrador, aspectos como:
· Que la empresa venezolana requiere de la necesidad de incrementar la habilidad de aprender sobre sí misma, tomando en cuenta su pasado y presente, concretándose al “aquí y al ahora”, para prever las consecuencias de su futuro, a fin de lograr su desarrollo.
· Que el líder administrativo es un verdadero agente de cambio, conocedor de las causas y efectos del comportamiento organizacional, que garantiza un excelente clima organizacional. Estructurar la empresa como un sistema de aprendizaje, a fin de lograr la capacidad de detección y de corrección de errores, ante los huracanes turbulentos de las variables circundantes de su entorno, aspecto que, tal como lo indica Alberto Levy: el desarrollo de la organización se genera cuando los pioneros se encuentran con los logradores y cuando las ideas se transforman en impactos.
· Estar vigilante ante el aumento de la politización que incrementa el pluralismo y que, obviamente, se generan grupos de interés que atentan a la unidad de la empresa y, como lo comentan Bozeman y Slusher, hace que la motivación y el sentido de pertenencia se deterioren en forma de epidemia. En otros términos: hay que evitar la declinación que, como lo indican Nystrom y Sarbuck, su factor principal es por la no adecuación de la empresa con su entorno. No hay que dejarse embriagar por éxito, debido a que las organizaciones muy exitosas muchas veces se tornan omnipotentes y exageradamente seguras de si mismas, en su habilidad para manejarse en el mercado en el que operan. El administrador debe estar claro, que esta omnipotencia se manifiesta en una reducción, tanto en el desarrollo de nuevos productos como en la superación de los productos actuales. Esto, a su vez, produce una menor preocupación por la calidad y por comprender las tendencias del mercado y los desarrollos de la tecnología.
· El Administrador moderno debe considerar e interpretar seriamente, la atrofia organizacional, decisiones impulsivas, apresuradas de sobreinversión en activos, la amenaza inflacionaria, las tasas de interés, los efectos de la tributación, impuestos, la falta de respuesta al cambio, el efecto de una alta dirección demasiada poderosa o muy poca informada, deficiente, la pérdida y legitimidad de los valores, la corrupción, producto de una descomposición de la ética profesional.
· Evitar y luchar porque no se dé la pérdida de coherencia entre la universidad, sector empresarial, colegio de administradores, a fin de establecer cuáles son los conocimientos que se requieren en la formación del administrador.
· Mantenerse actualizado con el avance de los conocimientos administrativos, herramientas y todo aquello que garantiza competitividad, calidad, productividad.
El Administrador del presente debe entender su crisis, cómo actuar adecuadamente en ella, cómo ayudar a las empresas durante y después de la crisis, ahora más que nunca que el país afronta grandes turbulencias y sabiendo que, como el país está sumergido en un mundo que cada vez se hace más y más complejo y sofisticado.
Hoy se necesita de un administrador proactivo, que adapte y aplique sus conocimientos en pro de enfrentar positivamente esta complejidad y capaz de enfrentar el cambio en un país que le ha depositado su confianza.
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