“Ser líder requiere descubrir que uno es poder y energía
para mantener el optimismo y la confianza
en lograr las metas o resultados deseados”.
J. A. Saavedra
En el mundo actual, ¿es posible ser eficaz y -al mismo tiempo- promotor de “la Tríada Paz, Armonía y Amor”, (TPAA)? Al plantearse una pregunta de esta amplitud se desprende casi inmediatamente la controversia en la que el factor humano se desplaza diariamente: ¿es el contexto el que configura o la gente es llamada a configurar el contexto de la cotidianidad?
Muchas opiniones coincidirán en afirmar que -en general- el contexto condiciona, pues el humano es un ser relacional (¿cómo aislarse del entorno ambiental?). Brota así la adaptación de la personalidad a los diferentes escenarios. Resulta sencillo en estas primeras pinceladas delinear los espacios por entre los cuales se construyen las respuestas al cuestionamiento principal. Se actúa, es decir: la gente se expresa de acuerdo al impulso temperamental de su personalidad o de acuerdo a la adaptabilidad del carácter que se desarrolla para lidiar con el medio en que se hallan.
La personalidad (temperamento + carácter) parece expresarse de manera diferente según el día de la semana, el horario, si se trata de esparcimiento, trabajo, reunión con amigos, rito religioso, etc. Quienes observan podrían emitir comentarios tales como: “los viernes se le ve mejor”, “hoy tiene cara de lunes”, “no se le puede hablar hasta luego del desayuno”, “tratemos de que la reunión sea post-almuerzo, pues su ánimo mejora”, “dejemos el aspecto personal fuera del trabajo”, “tratemos de no llevar el trabajo a casa todo el tiempo”, “necesito estar solo y en silencio, aunque sea por un rato”, etc.
De esta manera, se configuran espacios más relajados o expandidos. “Necesito estar en casa para relajarme”, podría ser una expresión de uso popular. Se distinguen espacios donde se siente que se puede abrir mentalmente y compartir, a diferencia de espacios donde conviene protegerse o resguardarse. Se configuran así modelos mentales que se asocian los condicionamientos externos con los condicionamientos adaptativos individuales.
Un porcentaje significativo de los líderes abandona la interioridad como riqueza que se comparte y se concentra en mantener el esfuerzo requerido para sostener la coraza con que defienden su imagen pública (leer “El caballero de la armadura oxidada”, de Robert Fisher).
¿Cuál es el resultado de tamaña sumisión? Se resignan a asumir que existen espacios donde la TPAA es posible y otros donde la práctica de estos principios es casi imposible. Esta sapiencia existe mayoritariamente en el ámbito general de nuestros días.
Es resignación que se convierte en cultura social y es válida tanto en el núcleo familiar, como para empleados (jefes, gerentes, directores, obreros) o accionistas. De la única forma que se justifica semejante sacrificio, representado por la renuncia a lo único que debe interesar en verdad (“TPAA”) es el coste que se pagará, el precio que se exige o con el que los líderes se conforman según sea la época. Cabe, entonces, reflexionar acerca del precio que se le exige a la familia, al empleo, a la empresa, al capital: ¿qué calidad y cantidad de jugo tendrá que proveer esta naranja? Es la clase de conversación que -sin expresarse formalmente- se ventea en los ambientes en general.
Se configuran contextos de extracción y no de contribución. Así, de esta manera, se definen muchísimas inversiones de la nueva economía.
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