Liderazgo y poder carismático

«Si tengo fe en que soy capaz de realizar tal obra, adquiriré en consecuencia la capacidad de realizarla, aún si no poseía esa capacidad al comenzar. Esto significa que la proyección optimista de nuestras posibilidades aumenta dramáticamente a las mencionada posibilidades y capacidades.»
Mahatma Gandhi

No todos los líderes tienen ese poder carismático que les permite obtener resultados, identificarse plenamente con sus seguidores, integrar con ellos ese equipo esperado en pro de las tareas propuestas.

Desafortunadamente, la historia nos ha demostrado que ha habido líderes que su carisma se sustituye por ese poder autoritario que manejan a través de la amenaza, castigo, como los hay quienes abusan del poder alcanzado por una minoría, haciendo uso de los alcances que le permite estar en el poder de manera forma utilizan medios económicos, repartición de cargos que le den la confianza de que sus seguidores nos los abandonan, todo lo contrario, lo sigan en base de estímulos no honestos.

El carisma esta basado en atributos propios de la personalidad que le ha dado paso a la empatía capaz de alcanzar los resultados fijados con la colaboración de los seguidores que se siente plenamente identificado con el que escogieron como su líder.

William Ramos sobre el tema opina, que la palabra carisma viene del griego Krisma y de su análogo Kharis que significa gracia o don; en su sentido etimológico e histórico es el conjunto de dones o talentos otorgados por la divinidad a una persona, que deben ser ejercidos para poder influir positivamente en el cumplimiento de un fin común que permita la evolución personal.

A comienzos del siglo XX, el carisma fue secularizado por el sociólogo alemán Max Weber, quien planteó que algunas figuras excepcionales habían revolucionado la política por la fuerza de su personalidad. El afirmaba que su carisma era un don que los apartaba de los hombres ordinarios.

Se ha malentendido el término carisma, al considerarlo como un halo de personalidad arrolladora de fuerza, belleza y hasta poder.

En realidad el líder carismático es aquel que centrado en las relaciones, ordena y utiliza comprometidamente sus talentos, dones y recursos, en beneficio de otras personas, permitiéndoles crecer y evolucionar.

La obligación carismática de todos los líderes no significa entonces la manipulación, coacción física o moral o condicionamiento para lograr un fin que sólo favorezca a un individuo -generalmente el que está arriba-

Es seguro que los grandes líderes han tenido una capacidad de oratoria capaz de mover mentes y corazones hacia el compromiso, sin embargo, es esta tan sólo una cualidad (don) que el individuo ha recibido y que está poniendo al servicio de otros.

El carisma -escribe el antropólogo de Harvard, Charles Lindholm- es un lazo emocional inexplicable y compulsivo. Aún cuando se piensa que el carisma es intrínseco al individuo, sólo puede revelarse en la interacción con los demás. El carisma, afirma Lindholm, es sobre todo una relación o fusión entre el ser interior del líder y el seguidor.

¿Y al final para que sirve el carisma? Pregunta Ramos, al respecto comenta, que cuando un ser humano descubre sus dones y talentos y los desarrolla, su vida se llena de energía, entusiasmo, pasión y fe. Es por ello que se suele describir al líder carismático como un ser con un alo de energía especial. El líder lleno de propósitos claros, logra que aquellas personas perdidas en su norte, hallen una luz que desean seguir. Esa luz es el líder que muestra una ruta (Visión).

Ese magnetismo personal que el líder posee, se manifiesta de diferentes maneras y en diversos individuos, pero se revela especialmente en los momentos en que otros son incapaces de actuar. El líder carismático se llena de energía y es quien actúa primero. El carisma o magnetismo personal no es algo que aparezca de la noche a la mañana o que no tenga nada que ver con el carácter, la posición o la experiencia. Si el líder espera realmente ser bueno, no es suficiente con poseer dones o habilidades especiales, si no los sabe usar. El conocimiento es fundamental para que el líder demuestre su capacidad de apoyar y despertar la credibilidad.

El líder no es sólo una persona que puede atraer e influir en otros; es aquel capaz de demostrar cómo se hacen las cosas. Esto llena de inmensa confianza a sus seguidores y de fuerza inspiradora al líder.

El carisma entonces está asociado enteramente con lo que llamamos el poder personal. Este es el estilo de poder que el líder real ejerce, mientras que el típico jefe aplica su poder por posición o poder asignado.

Por su parte, Karin Hiebaum al respecto de ello, señala, que los líderes llamados carismáticos disponen de poder social, es decir, tienen autoridad para socializar su pensamiento y su conducta individuales.

Entendiéndose según ella, por «carisma» la cualidad, que pasa por extraordinaria, de una personalidad, por cuya virtud se la considera en posesión de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas y no asequibles a cualquier otro, o como enviadas de Dios, o como ejemplar y, en consecuencia , como jefe caudillo, guía o líder.

El reconocimiento, (en el carisma genuino), no es el fundamento de la legitimidad, sino un deber de los llamados, en méritos de la vocación y de la corroboración, a reconocer esa cualidad.

Este reconocimiento es, psicológicamente, una entrega plenamente personal y llena de fe, surgida del entusiasmo o de la indigencia y la esperanza.
La dominación carismática, supone un proceso de comunicación de carácter emotivo.

Definitivamente nos dice Omar Ricardo, que “el carisma es en realidad una fuerza irresistible que todo verdadero líder posee. Los griegos la llamaban simpatía o atracción divina. Es fácil de adquirir, pero lo difícil es mantenerlo en forma permanente”.

Para adquirir carisma, basta con interesarse por la gente y demostrar verdadero interés en ella. En realidad, en el carisma está la excelencia. Se alimenta con excelencia porque es lo más alejado del egoísmo.

Todas las formas de carisma dan poder al líder, pero lo tumban si hay incongruencia. Si el líder no puede enseñar con el ejemplo, entonces pierde su carisma ya que el carisma es la congruencia misma del liderazgo, por ello los verdaderos líderes ejercen conductas ejemplares y esto aumenta, vitaliza y alimenta su carisma.

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